Tribuna

Llegaron los Magos

Los Reyes Magos ya están aquí. Llevan días dando vueltas por la ciudad, entrando en las jugueterías, revolviendo en busca de los juguetes que les, pidieron los los si es que si, probando suerte en otra parte si es que no; un trajín, un apresuramiento, un desasosiego, pues la noche de Reyes se acerca -hoy mismo viene la noche de Reyes- y todo ha de estar dispuesto.Miles, acaso millones de Reyes Magos hacinan calles y comercios. Desde cualquier parte se ven pasar Reyes Magos en tropel: unos, jóvenes, otros abueletes; unos con chupa piel, otros minifalderos; unos analizando con ojo clínico la rel...

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Los Reyes Magos ya están aquí. Llevan días dando vueltas por la ciudad, entrando en las jugueterías, revolviendo en busca de los juguetes que les, pidieron los los si es que si, probando suerte en otra parte si es que no; un trajín, un apresuramiento, un desasosiego, pues la noche de Reyes se acerca -hoy mismo viene la noche de Reyes- y todo ha de estar dispuesto.Miles, acaso millones de Reyes Magos hacinan calles y comercios. Desde cualquier parte se ven pasar Reyes Magos en tropel: unos, jóvenes, otros abueletes; unos con chupa piel, otros minifalderos; unos analizando con ojo clínico la relación calidad-precio del surtido que exhiben los escaparates, otros palpando el material con mano maestra.

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Los Reyes Magos no sólo, van y vienen, sin embargo. Los Reyes Magos están, sobre todo, en la atónita mira da de los niños, deslumbrados por tanta variedad, tanto color y tanta fantasía. Caerá la noche y se oirán redoblar tambores, lejanos compases de trompetería. "Ya vienen los Reyes por el arenal ...". Ya vienen los Reyes bajando de las sierras, ya han dejado los niños sus zapatitos en el comedor, ya duermen calentitos soñando con Belén, ya disponen sus papás paja para los fatigados camellos, y para obsequiar a Sus Majestades, unas bandejitas de turrón y una copita de licor por si traen frío.

Maravilla el buen diente, de los Reyes Magos: dan cuenta de todo lo dispuesto y, además, la bandeja de langostinos que. había en la nevera, un chorizo cabal de cabeza a rabo, botella de whisky hasta dejarla enjuta y casi otra de coñá que quedó temblando. Trabajar mucho abre el apetito, ya se sabe.

Y mientras degustan las ruedecicas de chorizo, y se echan a la boca los langostinos dos a dos -uno por la fila de muelas de la izquierda, otro, por la de la derecha-, y gulusmean la dulcería castellana, y entonan el cuerpo a copazos, irán apilando los juguetes junto a los zapatitos de cada cual: el cochecito que probó el nene, la bicicleta a la que dio pedales la nena con tanta emoción como sus abuelitos-réyes-magos, un balón, una pepona, plastilina, vajillas, lápices, cuadernos, cuentos, discos, caballitos, ingenios educativos, informática, telefonía con hilos o sin ellos, un trajecito con su percha, y a lo mejor es la percha lo que más acomodo les hará para jugar el día después.

Ese día después se habrá desvanecido, inexorablemente la magia de los Reyes Magos. Pero que les quiten a los niño lo bailado.

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