'La Peineta' estrena selección

Les retaron desde la otra parte del globo. Llegaban de Sidney (Australia) para jugar al rugby. En aquella ciudad viven los ex campeones del mundo de ese deporte, aunque los que ayer se presentaron en estadio de La Peineta sólo eran sus discípulos.Tal desafío era motivo suficiente para que, por vez primera, 8 de las 11 universidades madrileñas, las de pago y las subvencioriadas, unieran sus fuerzas. Hicieron una selección entre los equipos de la Liga universitaria y salieron 22 fibrosos muchachos dispuestos a enfrentarse a la Sidney University, formación que llegaba invicta de su gira eu...

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Les retaron desde la otra parte del globo. Llegaban de Sidney (Australia) para jugar al rugby. En aquella ciudad viven los ex campeones del mundo de ese deporte, aunque los que ayer se presentaron en estadio de La Peineta sólo eran sus discípulos.Tal desafío era motivo suficiente para que, por vez primera, 8 de las 11 universidades madrileñas, las de pago y las subvencioriadas, unieran sus fuerzas. Hicieron una selección entre los equipos de la Liga universitaria y salieron 22 fibrosos muchachos dispuestos a enfrentarse a la Sidney University, formación que llegaba invicta de su gira europea.

En su penúltima parada, el jueves salen para Bristol antes de volver a casa, dejaron el marcador final en: 15-31. "Un 2-3, si fuera fútbol, un resultado ajustado", tradujo el director de deportes de la Universidad Pontificia de Comillas, Gonzalo Estébanez. Comenzaron marcando los de casa. Gracias a un golpe de castigo (falta en el juego) llegaron los tres primeros puntos. Después, los australianos se cebaron con 3 1 puntos. A punto de acabar el encuentro, los madrileños consiguieron ganar 12 puntos más.

"No ha estado mal, hay que tener en cuenta que los otros vienen de la meca de este deporte", comentaban en las gradas los directores de deportes de las universidades de la Comunidad.

Público, unos 150 jóvenes y jugadores aceptaron de buena gana el desenlace. Por algo se dice que el rugby, que nació dentro de un colegio inglés, es un deporte de villanos jugado por caballeros.

"A pegar de lo violentos que somos dentro del campo, impera la buena educación. Y todos somos amigos", resumía Miguel Serres, de 26 años en quinto curso de Arquitectura. Camino de los vestuarios, la tropa de jugadores hacía planes para la noche. Tras los 80 minutos del partido, a todo jugador de rugby le espera un tercer tiempo, que es cuando ganadores y perdedores, se unen para tomar cerveza. Era ahí fuera de juego y en un bar de copas próximo a la Complutense, donde los madrileños esperaban vengarse de los australianos. "A ver quién nos gana a nosotros bebiendo", retaba Luis Ferradiz, de 23 años, alumno de Económicas de la Autónoma. En ese momento, un jugador australiano, Mark Hicks, ofreció a un contrario su camiseta a rayas amarillas y azules, sudada. "Lo siento, pero la mía es de la Comunidad y tengo que devolverla", respondió el español.

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