El secuestro compartido de los Aldaya

Los hijos del empresario se encierran y ayunan durante 48 horas por el cautiverio de su padre

El reloj de Alditrans marcó, las ocho de la tarde y, cumplida la jornada, los últimos trabajadores de la plantilla se cambiaron de ropa y se marcharon a sus casas. Óscar e Idoia Aldaya extendieron una esterilla en un rincón de la oficina de su padre y colocaron sobre ella los dos sacos de dormir que utilizarán durante este fin de semana de ayuno y encierro. Después de haber estado a la cabeza de decenas y decenas de concentraciones, de haber soportado en silencio las amenazas, los insultos, las agresiones de los amigos de los secuestradores, Idoia y Óscar ya no saben qué hacer para gritarle a ...

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El reloj de Alditrans marcó, las ocho de la tarde y, cumplida la jornada, los últimos trabajadores de la plantilla se cambiaron de ropa y se marcharon a sus casas. Óscar e Idoia Aldaya extendieron una esterilla en un rincón de la oficina de su padre y colocaron sobre ella los dos sacos de dormir que utilizarán durante este fin de semana de ayuno y encierro. Después de haber estado a la cabeza de decenas y decenas de concentraciones, de haber soportado en silencio las amenazas, los insultos, las agresiones de los amigos de los secuestradores, Idoia y Óscar ya no saben qué hacer para gritarle a ETA que ponga a su padre en libertad.Durante estos meses, los hijos de José María Aldaya han constatado hasta la exasperación que ETA está inmunizada contra la piedad, que las exigencias, las peticiones, los ruegos, no encuentran eco en esa organización desalmada, que lleva 173 días sirviéndose del modesto empresario donostiarra pese a que saben perfectamente que el dueño de Alditrans fue un objetivo equivocado.

Como no pueden creer ya en la posibilidad de que ETA llegue a apiadarse de ellos y como no quieren resignarse, los hijos menores de Aldaya han dedicado también el ayuno de 48 horas que iniciaron ayer a los miles de ciudadanos anónimos que les han acompañado en su particular calvario durante estos casi seis meses. A Óscar e Idoia les conmueve que gentes anónimas se expongan una y otra vez a la vejación y a la agresión para mostrar su solidaridad con la víctima, para dejar patente su repulsa a ETA.

Lo decían ayer en el escrito que el portavoz de la familia, Inazio Altuna, leyó en su nombre a la puerta de la fábrica. "Nuestro reconocimiento a cuantos nos están ayudando a sobrellevar día a día la pesada carga que supone el secuestro de nuestro aita [padre]". Quienes les tratan creen advertir un cierto cambio en su forma de ser. "Acusan, desde luego, los bajones que provocan las malas noticias, las falsas alarmas, pero desde que empezó todo esto, se han hecho también más fuertes, mucho más responsables, cada vez se parecen más a su padre".

Óscar, 27 años, e Idoia, 25, llevan las tareas de facturación y contabilidad de la empresa, aunque, tratándose como se trata de una firma familiar, todos hacen de todo llegado el caso. En esto del ayuno, como en todo lo demás, los 17 trabajadores restantes de Alditrans se han mostrado dispuestos a acompañarles, pero, esta vez, los hijos de Aldaya han querido estar solos.

Solos para identificarse durante el encierro con la situación de aislamiento que vive el secuestrado, para que "su figura esté presente y nos haga compañía". Para testimoniar que no se resignan ante la visión de su padre enterrado en ese zulo que el anterior secuestrado Julio Iglesias definió como el "ataúd blanco", para gritarle a ETA que "nadie se merece vivir una situación como ésa" y que es hora ya de que "ponga fin al enorme dolor y sufrimiento que este secuestro ha traído a nuestra familia".

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