GENTE

LA TRISTEZA DE UNA SUBASTA

Las cenizas de Greta Garbo deben haberse revuelto en la urna en que están depositadas, en una empresa funeraria de Nueva York, cuando la firma subastadora James D. Julia, de Rockfort, Maine, Estados Unidos, puso a la venta al mejor postor un centenar de objetos personales e íntimos pertenecientes a la divina dama. En Suecia, donde su recuerdo sigue ocupando un lugar privilegiado en la memoria de sus admiradores, la noticia causó por lo menos tristeza. Amarga ironía del destino para quien preservó celosamente durante casi medio siglo y hasta el día de su muerte su vida privada. Au...

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Las cenizas de Greta Garbo deben haberse revuelto en la urna en que están depositadas, en una empresa funeraria de Nueva York, cuando la firma subastadora James D. Julia, de Rockfort, Maine, Estados Unidos, puso a la venta al mejor postor un centenar de objetos personales e íntimos pertenecientes a la divina dama. En Suecia, donde su recuerdo sigue ocupando un lugar privilegiado en la memoria de sus admiradores, la noticia causó por lo menos tristeza. Amarga ironía del destino para quien preservó celosamente durante casi medio siglo y hasta el día de su muerte su vida privada. Automarginada del mundanal ruido en el apogeo de su fama, Greta Garbo vivió envuelta en una aureola de misterio, inaccesible a cualquier curiosidad externa. Las crónicas nos informan ahora que cosas tan personales como su diario íntimo, su correspondencia con Mauritz Stiller, el director que la descubrió y la proyectó hacia la fama, el primer contrato con la Metro Goldwing Mayer e incluso un poema de la actriz, así como varias fotografías muy personales, cayeron bajo el martillo implacable de una dinámica que sólo tiene oídos para el tintineo de las monedas y no para el latido de los corazones.-

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