Adictos al azar

Un centenar de ludópatas rehabilitados revive los dramas del juego

Francisco dilapidé 30 millones de pesetas; Manuela, cuatro millones. Ricardo se gastó los nueve millones que había en una caja fuerte de su empresa. Y Pedro ni recuerda los cientos de miles que ha despilfarrado. Todo este dinero se lo llevó el azar.Durante este fin de semana, un centenar de ludópatas de la Federación Nacional de Jugadores de Azar Rehabilitados analizó las últimas estadísticas: más de dos millones de personas, de entre 18 y 30 años, necesitarían someterse a tratamiento para vencer su adicción al juego. Juntos hicieron terapia de espejo, revivieron sus dramas y experienci...

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Francisco dilapidé 30 millones de pesetas; Manuela, cuatro millones. Ricardo se gastó los nueve millones que había en una caja fuerte de su empresa. Y Pedro ni recuerda los cientos de miles que ha despilfarrado. Todo este dinero se lo llevó el azar.Durante este fin de semana, un centenar de ludópatas de la Federación Nacional de Jugadores de Azar Rehabilitados analizó las últimas estadísticas: más de dos millones de personas, de entre 18 y 30 años, necesitarían someterse a tratamiento para vencer su adicción al juego. Juntos hicieron terapia de espejo, revivieron sus dramas y experiencias. "Es nuestra única medicina", dice rotunda Manuela Romero, bilbaína de 47 años. "A través de los problemas de otros, tomamos conciencia de nuestra enfermedad y podemos curarnos. Tenemos que contar todo lo que hemos hecho, liberamos de nuestro pasado", asegura.

La perdición de Manuela fueron las máquinas tragaperras. "Empecé con cinco duros y me gasté en seis años unos cuatro millones de pesetas. Vivía siempre con mentiras", cuenta.

"Tú gastabas de lo tuyo, pero lo mío es mucho más grave", interrumpe Marisa Ansón, de 47 años y esposa de Ricardo, otro ludópata rehabilitado. "Mi marido", agrega Ansón, "se llevó nueve millones de pesetas de la caja de resistencia de los trabajadores de su empresa. Le daba a todos los juegos, primitiva, bingo, lotería, cartas... Tenía una ludopatía de caballo", dice casi sin respirar y con gracia andaluza. "Y cuando se descubrió el pastel se marchó de casa y me dejó sola en Algeciras, con cuatro niños y todo el escándalo", cuenta con gran desparpajo.

Tiempo después, Ricardo, el marido, regresé al hogar, y juntos decidieron afrontar el problema. "Todavía debemos los nueve millones de pesetas", prosigue Marisa. "Pero agradezco que la ludopatía haya pasado por mi vida. Hoy tenemos una felicidad en mí casa que antes no había. Tenemos mucha más confianza entre nosotros".

De esa misma armonía asegura disfrutar ahora Pedro Calvo, bilbaíno de 58 años, y durante 20, adicto al juego. "He perdido tanto tiempo haciendo fechorias que quiero recuperar toda mi vída. Soy tan feliz...". Tanto que las lágrimas interrumpen la frase.

Asociación de Ayuda al Ludópata: (952)21 76 17.

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