El fantasma de Rumasa

José María Ruiz-Mateos construyó entre 1960 y 1983 un gigantesco mecano empresarial sin respetar "los puntos y las comas de ley", según reconoció él mismo horas después de que el Gobierno decidiera expropiarle el grupo Rumasa; en febrero de 1983. En ese momento Rumasa consistía oficialmente en un conglomerado de 225 sociedades y bancos, pero tras la expropiación se descubrió que el holding de la abeja estaba compuesto por más de 700 sociedades, 20 bancos y más de 48.000 trabajadores. Su titularidad, en muchos casos, estaba difuminada a través de fiduciarios.El grupo tenía unas deudas f...

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José María Ruiz-Mateos construyó entre 1960 y 1983 un gigantesco mecano empresarial sin respetar "los puntos y las comas de ley", según reconoció él mismo horas después de que el Gobierno decidiera expropiarle el grupo Rumasa; en febrero de 1983. En ese momento Rumasa consistía oficialmente en un conglomerado de 225 sociedades y bancos, pero tras la expropiación se descubrió que el holding de la abeja estaba compuesto por más de 700 sociedades, 20 bancos y más de 48.000 trabajadores. Su titularidad, en muchos casos, estaba difuminada a través de fiduciarios.El grupo tenía unas deudas frente a tercero de 1,08 billones de pesetas, y el valor contable de los activos sólo alcanzaba los 821.737 millones. Su situación era de quiebra técnica.

La auditora Arthur Andersen constató que "la mayor parte de las sociedades del grupo mantenía un doble juego de libros contables". Ruiz-Mateos lo justificó porque, según dijo, era "una práctica generalizada en el país". La fiscal Carmen Tagle, asesinada por ETA, aseguró en el sumario 10 / 83, sobre Rumasa que el holding retenía de los salarios y del capital mobiliario "cantidades que luego sé omitían en las declaraciones de cada empresa". Las obligaciones supuestamente incumplidas se elevaron entre 1978 y 1983 a más de 86.000 millones.

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