Tal vez el mejor de todos los juegos

La próxima vez que tenga que esperar 20 minutos porque se, retrasa su tren, o hay un problema con los controladores aéreos, o le, han dado a otros la mesa que había usted reservado, consuélese. Es sólo el tiempo necesario para completar un juego en una final individual femenina de Wimbledon. Un juego único, todo hay que decirlo, entre una alemana alta y atlética y una española bajita y dinámica que parece una pelota de goma.El sábado [pasado], Steffi y Arantxa apasionaron al público de la pista central en uno de los partidos más grandiosos. Será recordado por el juego, que Virginia Wade...

La próxima vez que tenga que esperar 20 minutos porque se, retrasa su tren, o hay un problema con los controladores aéreos, o le, han dado a otros la mesa que había usted reservado, consuélese. Es sólo el tiempo necesario para completar un juego en una final individual femenina de Wimbledon. Un juego único, todo hay que decirlo, entre una alemana alta y atlética y una española bajita y dinámica que parece una pelota de goma.El sábado [pasado], Steffi y Arantxa apasionaron al público de la pista central en uno de los partidos más grandiosos. Será recordado por el juego, que Virginia Wade denominó "un partido dentro del partido", pero hubo mucho más que eso.

El nivel de juego fue alto de principio a fin; la bola era lanzada hacia las esquinas de la pista, pasando justo por encima de la red -salvo en los 11 puntos que Graf consiguió con mates-, y las jugadoras mantuvieron un ritmo frenético, tratando de obtener la iniciativa. Hubo errores -si no, ¿de dónde habrían sacado tiempo para la. final masculina del domingo?-, pero se cometieron fundamentalmente debido a la búsqueda de superioridad, no por falta de nervio.

Graf triunfó después de dos horas y dos minutos por 4-6, 6-1 y 7-5, pero Sánchez Vicario se convirtió por fin en un personaje importante en la pista de hierba, y no fue esa figura marginal de Wimbledon cuyo nombre parecía atraer una atención exagerada cuando competía en torneos de otros lugares del mundo.

Esta barcelonesa de 23 años repitió varias veces que estaba orgullosa de sí misma y se consideraba desafortunada por no haber recibido la bandeja Venus Rosewater. Para aumentar el jolgorio, simuló robar el trofeo a una oponente que ya lo había ganado cinco veces.

Muchas voces trataron de animar a la perdedora. El príncipe de Asturias "me dijo que sólo perdí por unos puntos que Steffi consiguió por suerte", y la duquesa de Kent "dijo que en los próximos años podré alzar en mis manos el trofeo".

Lo importante es que Sánchez se convenció de que Wimbledon está al alcance de su juego, que antes sólo prosperaba en superficies más lentas. Tiene la variedad de golpes necesaria y mostró la suficiente confianza para emplearlos. Así consiguió ganar un excelente primer set y pudo recuperarse después de que le rompieran el servicio en el último dejándola a 1-2.

Después de los esfuerzos físicos y mentales del undécimo juego [en el tercer set], a Graf podría haberle parecido una mera formalidad el sacar por el título cuando iba ganando el último juego por 40-0 tras haber forzado tres errores de su oponente. Pero lo cierto es que temblaba tanto que apenas podía sujetar la raqueta. "Tenía que repetirme a mí misma: 'Vale, vale, tranquila, ya lo tienes".

El saque fue profundo y con la suficiente fuerza para que Sánchez no tuviera opciones al devolverlo, y cuando Graf lanzó una confiada volea de revés, la española respondió con un revés que se marchó fuera. Así terminó el partido femenino más maravilloso que recuerdo en cuanto al entretenimiento global.

Por cierto, Graf y Sánchez Vicario no son las primeras en entrar en los libros de récords. En 1984, Vicky Nelson y Jean Hepner no dejaron escapar un punto durante 29 minutos. La bola cruzó la red 643 veces durante un desempate. Nelson ganó el duelo por 13-11 en una hora y 47 minutos, lo que le dio la victoria por 6-4 y 7-6 después de seis horas y 31 minutos.

Pero sólo se trataba de un partido corriente en Richmond (Virginia). Esta vez era la W mayúscula.

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