La decana por vías anchas

El espíritu de las 'clásicas' visita al Tour con la llegada de hoy a Lieja

La Lieja-Bastoña-Lieja, la prueba decana del ciclismo mundial, es la más dura de las clásicas. Es también la clásica que más les gusta a Berzin, Rominger, Jalabert e Induráin. El escenario y los actores se juntan de nuevo hoy, en pleno Tour y en circunstancias muy diferentes a las que convierten la Lieja en un infierno.El trazado de la etapa, aunque tomando prestado el espíritu de la decana, no es el mismo exactamente. Es más corta. Se transitarán, como en la clásica, cotas míticas y terrenos conocidos por los expertos, pero se hará por caminos diferentes. Las sendas estrechas se dejan para ab...

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La Lieja-Bastoña-Lieja, la prueba decana del ciclismo mundial, es la más dura de las clásicas. Es también la clásica que más les gusta a Berzin, Rominger, Jalabert e Induráin. El escenario y los actores se juntan de nuevo hoy, en pleno Tour y en circunstancias muy diferentes a las que convierten la Lieja en un infierno.El trazado de la etapa, aunque tomando prestado el espíritu de la decana, no es el mismo exactamente. Es más corta. Se transitarán, como en la clásica, cotas míticas y terrenos conocidos por los expertos, pero se hará por caminos diferentes. Las sendas estrechas se dejan para abril -fecha en que se corre la Lieja-Bastoña-Lieja-, y se circulará por amplias carreteras. El gigantismo y el equilibrio que buscan los del Tour no permiten un calco exacto. Aun así, en los 203 kilómetros que separan Charleroi de Lieja los corredores deberán subir y bajar nada menos que 10 cotas puntuables, cuatro de ellas de tercera, categoría que hace su debut en este Tour. Toda una invitación para despertar el apetito de los hombres fuertes.

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Si lo logra, ya será un punto.Pero faltarán para que se pueda que una clásica ha una etapa del Tour. Faltará el frío y faltará el . Lo del tiempo no se puede pedir, y lo de la estética se hace muy difícil. En la Lieja-Bastoña, -Lieja las diferencias entre los corredores se mi. den en magnitudes de varios minutos. Como es una prueba de un día, quien sepa que no va a ganar se abandona y le da igual llegar a cinco que a 10 minutos. En una etapa del Tour eso es impensable; se quedará la gente pero por agotamiento, no por falta de ganas.

La colocación de la etapa, en vísperas de la contrarreloj que aclarará el panorama, tampoco ayuda a buscar espectáculo por ese lado. Aunque algunos directores, como Juan Fernández, del Mapei, creen que a los más fuertes, o sea los favoritos, les iría bien dar un poco de caña, la mayoría vota por la prudencia. Reservar fuerzas es la orden. El último pero lo pone la estrategia. Ningún director anuncia que hoy se produzca un combate de jefes. Ninguno parece tener ganas de entablar un cara a cara mañana. Teóricamente sería el día ideal para escaramuzas de gran tamaño. Terreno escabroso, difilcultad de controlar ataques, cansancio de los equípiers. Pero la prudencia es norma en el Tour.

Queda la opción de los segundos espadas. Pero exceptuando a alguno que corre por libre -Bugno, muy vistoso estos días, Fondriest, Virenque o Chiappucci-, los demás -Museeuw, Mauri, Breukink, Bruyneel y compañía- están atados a su líder. ¿Se cogerán la libertad de expresarse?

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