El directivo de Caja Granada acusado de un fraude de 6.700 millones, en prisión

JESÚS DUVA Madrid Ramón Bravo Blanco, jefe del área de Extranjero de la Caja General de Ahorros de Granada, presunto responsable de un fraude de 6.700 millones de pesetas ingresó en la noche del pasado lunes en la prisión de Carabanchel (Madrid), tras haberse entregado en el juzgado número 10 de Madrid. Este juzgado decretó el 14 de mayo su busca y captura. Tras tomarle declaración, el juez decretó la prisión incondicional. Bravo está acusado de preparar operaciones de compraventa de divisas a futuro y de acaparar depósitos de moneda extranjera a través de la Confederación Española de Cajas de...

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JESÚS DUVA Madrid Ramón Bravo Blanco, jefe del área de Extranjero de la Caja General de Ahorros de Granada, presunto responsable de un fraude de 6.700 millones de pesetas ingresó en la noche del pasado lunes en la prisión de Carabanchel (Madrid), tras haberse entregado en el juzgado número 10 de Madrid. Este juzgado decretó el 14 de mayo su busca y captura. Tras tomarle declaración, el juez decretó la prisión incondicional. Bravo está acusado de preparar operaciones de compraventa de divisas a futuro y de acaparar depósitos de moneda extranjera a través de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA).

Bravo Blanco, de unos cincuenta años, permanecía en paradero desconocido desde mediados de mayo cuando los rectores de la Caja General de Granada descubrieron el fraude que, en un primer momento, evaluaron en tan sólo 750 millones. Ramón Bravo trabaja en la entidad de crédito granadina desde hacía unos quince años, cuando era presidente de la misma Julio Abad. Tras la democratización de los estatutos de la caja, los nuevos gestores renovaron la confianza en su directivo. Los beneficios conseguidos por Ramón Bravo son un enigma. La caja sólo ha cuantificado en 6.700 millones de pesetas -casi un 25% de sus recursos propios- lo que ha supuesto para sus arcas las actividades de su director de Madrid. Bravo adquiría a crédito monedas fuertes, como el yen o el dólar, de las que luego se deshacía, obteniendo una plusvalía.

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