2.500 participantes sudan en la segunda marcha cicloturista

Madrid sobre ruedas. Más de 2.500 bicicletas rodaron ayer por las carreteras de la región hasta completar 138 kilómetros en la clásica prueba Internacional Cicloturista. El colosal pelotón conquistó por un día el abrasador pavimento. Sin embargo, como ya ocurrió el año pasado, los corredores más rezagados se enojaron. "Nos hemos sentido desprotegidos y sin ningún tipo de seguridad", gritaban los miembros de un paquete rezagado.

La carrera partió a las ocho y cuarto de la mañana de la Casa de Campo. El brillo de las bicicletas metálicas y la lycra se mezclaba a esa hora con el alba. Los ...

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Madrid sobre ruedas. Más de 2.500 bicicletas rodaron ayer por las carreteras de la región hasta completar 138 kilómetros en la clásica prueba Internacional Cicloturista. El colosal pelotón conquistó por un día el abrasador pavimento. Sin embargo, como ya ocurrió el año pasado, los corredores más rezagados se enojaron. "Nos hemos sentido desprotegidos y sin ningún tipo de seguridad", gritaban los miembros de un paquete rezagado.

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La carrera partió a las ocho y cuarto de la mañana de la Casa de Campo. El brillo de las bicicletas metálicas y la lycra se mezclaba a esa hora con el alba. Los modernos cuadros de aluminio destacaban entre los ciclistas.La salida fue tortuosa. "Con tantas bicicletas es difícil ponerse de acuerdo", indicaba un voluntario mientras intentaba poner orden. Una imponente formación de 11 motoristas de la Guardia Civil de Tráfico lideraba la carrera y despejaba el firme. Al llegar al kilómetro 30, a la altura de Villanueva del Pardillo, el pelotón ocupaba cerca de cinco kilómetros de asfalto.

Hacia las once de la mañana, los corredores alcanzaron la mitad de la prueba. Habían escalado el puerto de la Cruz Verde y se hidrataban en el control de avituallamiento. "Tiene 1.000 metros, pero me ha parecido que he subido 5.000", suspiraba un corredor. "Todavía queda lo peor" replicaba otro, que añadió: "Al volver se acusa el esfuerzo".

A las 13.40, los primeros corredores entraban en la meta con media hora de adelanto. El velocímetro de estos ciclistas marcaba una velocidad de 30 kilómetros por hora, cuando la media prevista era de 20. "Es que yo corro mucho a la semana", justificaba Emilio Sánchez, de 27 años, uno de los primeros en llegar. "No me gusta que nos hayan neutralizado al final, porque eso ha provocado caídas", señalaba José Jiménez, un leonés de 34 años.

Según Ángel Urda, organizador de la prueba ' se rodó por encima de lo previsto: "Esto es una marcha cicloturista y mucha gente se descolgó porque el ritmo fue veloz".

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Los últimos corredores se lamentaron. "Hay mucha gente reventada", denunciaba Vicente Peña, del club BSM de Moratalaz. "No hubo agua y se ha corrido por encima de lo previsto". Otro corredor, Miguel Ángel Peñalba, acabó la prueba gritando: "A estos organizadores habría que prohibirles Un grupo de siete corredo preparar estas pruebas". "Los del final hemos corrido entre coches, por un solo carril. Muy mal, muy mal", se quejó Peñalba.

En la carrera sólo pedalearon 10 mujeres. Pilar Llorente, una de las participantes, lo explicó así: "Es que este deporte es muy machista".

El corredor de más edad, Enrique Díaz, de 60 años, empleó seis horas en el trayecto. "Un poco dura la prueba, pero importa llegar", comentó exhausto. Ángel Toña, editor de la revista Ciclismo a Fondo, explicó así lo esencial del día: "Hemos demostrado que somos muchos los ciclistas que hemos corrido. Así nos haremos respetar".

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