FÚTBOL: PRIMERA DIVISIÓN

El Sevilla sale reforzado de la Romareda

El equipo andaluz se encontró a un Zaragoza relajado y sin objetivos

El Sevilla salió reforzado de La Romareda en sus aspiraciones de clasificarse para una competición europea. Se llevó los dos puntos con brillantez y además dejó constancia de su solidez y de la calidad del fútbol que atesora este equipo. Su tarea, también es cierto, estuvo facilitada por un Zaragoza que en términos baloncestísticos anda jugando los minutos de la basura. A la falta de objetivos se añade que buena parte de sus hombres andan ya pasados de revoluciones.La iniciativa fue para el Sevilla, que perfectamente colocado sobre el terreno de juego se apropió del balón y provocó las mayores...

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El Sevilla salió reforzado de La Romareda en sus aspiraciones de clasificarse para una competición europea. Se llevó los dos puntos con brillantez y además dejó constancia de su solidez y de la calidad del fútbol que atesora este equipo. Su tarea, también es cierto, estuvo facilitada por un Zaragoza que en términos baloncestísticos anda jugando los minutos de la basura. A la falta de objetivos se añade que buena parte de sus hombres andan ya pasados de revoluciones.La iniciativa fue para el Sevilla, que perfectamente colocado sobre el terreno de juego se apropió del balón y provocó las mayores ocasiones de peligro. Luis Aragonés planeó un sistema que le permitiera apropiarse del medio campo y robar balones con facilidad para practicar el contragolpe, el arma que más aprecia. En esta tarea el técnico se encontró con Moya como mejor aliado. El sevillista se infiltró entre el medio campo y la delantera de su equipo, provocando permanentes quebraderos de cabeza al Zaragoza, que se debatía entre descomponer su sistema para frenarle o cederle espacio y arriesgar en exceso.

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Mientras Víctor Fernández movía a sus jugadores para corregir las posiciones iniciales, el Sevilla dio un par de avisos sobre sus pretensiones. Fueron tan serios que Aguado y Belsué tuvieron que sacar el balón bajo los palos, cuando Juanmi ya había sido superado. Corría el minuto 15 y el Zaragoza no despertaba. Los aragoneses parecían una caricatura.

Los andaluces se mantenían fieles a las instrucciones de Luis Aragonés. Sin concesiones y sin prisas, pese a las lagunas que evidenciaba el Zaragoza, fueron madurando el partido, hasta que Moya, nada más iniciarse el segundo periodo, llevó la lógica al marcador. El gol proporcionó cierto coraje al Zaragoza, que puso mayor empeño en la tarea.

Los minutos de descuento se convirtieron, por sorpresa, en un calvario para el árbitro, que fuertemente cuestionado por el público durante el transcurso del encuentro, en apenas dos minutos anuló un gol a Esnáider, expulsó a Nayim y Marcos y vio cómo un espectador sorteaba el foso y llegaba a sus proximidades con intención de agredirle, aunque la rápida intervención de la policía lo evitó.

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