Tribuna:

"¡La ha hecho usted buena!"'

JUAN ARIAS

El lector Guillermo Fatás, de Zaragoza, ha escrito a este Defensor del Lector recriminándole una frase de su columna del 7 de mayo pasado, y exclama: "¡La ha hecho usted buena!". Se refiere a mi afirmación: "El Defensor del Lector quiere recordar que la frase 'murcianos y gente de mal vivir' fue acuñada por Carlos III en una de sus leyes, y desde entonces es una frase hecha".Mi inciso venía a cuento con motivo de una crónica criticada por otro lector en la que se hablaba de "gitanos, quinquis y gente de mal vivir". Alguien me había subrayado que dicha frase derivaba de aquell...

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JUAN ARIAS

El lector Guillermo Fatás, de Zaragoza, ha escrito a este Defensor del Lector recriminándole una frase de su columna del 7 de mayo pasado, y exclama: "¡La ha hecho usted buena!". Se refiere a mi afirmación: "El Defensor del Lector quiere recordar que la frase 'murcianos y gente de mal vivir' fue acuñada por Carlos III en una de sus leyes, y desde entonces es una frase hecha".Mi inciso venía a cuento con motivo de una crónica criticada por otro lector en la que se hablaba de "gitanos, quinquis y gente de mal vivir". Alguien me había subrayado que dicha frase derivaba de aquella otra acuñada por Carlos III de "murcianos y gente de mal vivir". Y así lo recordé.

Guillermo Fatás lo tomó como un agravio hecho a los murcianos, y escribe: "Carlos III dirigió esa norma que usted cita (el equivalente a una ley de vagos y maleantes) a los murcios (entre otros) y no a los murcianos. Murciar, en lenguaje de germanía, vale por robar. Y un murcio es, sencillamente, un ladrón". El lector continúa: "Los murcianos deben estar hartos de esa injuriosa vulgata que, fruto de la ligereza, han tenido que escuchar más de una vez. Pero, hasta ahora, nunca de la pluma de un periodista veterano y que tiene encomendada la delicada tarea de poner los puntos sobre las íes". Y concluye: "En fin. Errar es humano. Pero creo que usted debería dar un toque balsámico a las buenas gentes de Murcia".

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Este Defensor del Lector tomó muy en serio la justa advertencia, porque, además, como hijo de murciana que soy (mi madre era de Totana), no cabe en mí más que una doble simpatía por las gentes de Murcia, que gozan de todo mi aprecio y respeto. Por ello consulté el caso con el historiador y colaborador del diario Santos Juliá, en busca de información más completa y fidedigna, el cual me aconsejó que hablara con su colega Javier Varela, del Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).

La frase no era de Carlos III

El historiador -tras una minuciosa investigación que le agradezco publicamente- llegó a la siguiente conclusión: "Gitanos, murcianos y otras gentes de mal vivir' es frase que se atribuye corrientemente a una pragmática de Carlos III. Pero el caso es que la expresión debió inventarla algún chusco, y la atribución es falsa de cabo a rabo".

Y añade: "Primero, el término murcianos -los naturales de Murcia- como parientes de Rinconete y Cortadillo es impropio. Existe, o existía, en el lenguaje de los delincuentes el verbo murciar: 'Voz de la germanía que significa hurtar'; o murcio: 'Que equivale a ladrón' (Diccionario de Autoridades). Y lo mismo en el Diccionario de Terreros, de finales del siglo XVIII: 'Murciar... robar, hurtar... es voz de la jerga de jitanos (sic)'. En este sentido se emplea en la literatura clásica española, en Cervantes, por ejemplo, y en toda la picaresca".

Pero, además de impropio, el término, según el profesor Varela, es "insólito", porque una pragmática o disposición real "no emplea nunca un término bajo, de gente del hampa". Y la pragmática, o mejor las pragmáticas en cuestión, son la del 19 de septiembre de 1783: "Reglas para contener y castigar la vagancia y otros excesos de los llamados gitanos", y la del 24 de junio de 1784, sobre el "modo de proceder la justicia en la persecución de los gitanos, vagos y demás bandidos, salteadores y facinerosos". Y en ninguna aparece, por supuesto, afirma el historiador, "ni murcio, ni murciano, ni cosa que se le parezca, como tampoco aparecen en la restante legislación sobre gitanos, promulgada desde el siglo XV (Novísima Recopilación, libro 12, título XVI), ni en las leyes sobre 'vagos, ociosos y mal entretenidos".

La frase que más se acerca a la que estamos analizando sería una de un auto acordado el 4 de agosto de 1699: "Ladrones, gitanos, metedores, bandidos, contrabandistas y gentes de mal vivir". Pero de "murcios o murcianos, ni rastro", subraya el historiador.

Más aún, murcio parece venir de murciégalo, que, por metátesis, da nuestro murciélago: "Es símbolo del malhechor que se anda escondiendo", así dice Covarrubias. "Símbolo culto, pero también metáfora callejera", según Varela, quien recuerda que en el siglo XVIII, por lo menos, se usaba murcigaleno como "ladrón que hurta a media noche" (Terreros). Y en las Voces germanescas, recogidas por John M. Hill, se hacen equivalentes murciélago y ladrón. Esta última compilación recoge el siguiente diálogo:

Capeador: "Hermano, yo soy Murcio".

Bobo: "Pues yo soy Origüela, que queda más allá de Murcia".

Y comenta Varela: "En conclusión, sólo un bobo o un chusco podría confundir una cosa con otra". El Defensor del Lector -que se excusa con los murcianos por haber caído también él en un tópico que se arrastra quizá desde hace siglos- se daría por satisfecho si, gracias a la reprimenda del lector Guillermo Fatás y a la erudita investigación del profesor Javier Varela, acabáramos definitivamente con esa expresión de "murcianos y gente de mal vivir" que ahora sabemos que no era de Carlos III, y que nada tuvo que ver -ni en origen- con los buenos murcianos, sino que se debió a algún bribón que no les amaba demasiado. Ello lleva al Defensor del Lector a recordar lo difícil que resulta a todos liberarse de los tópicos y la extrema atención que los periodistas debemos poner para no asumir errores que se arrastran con frecuencia en nuestra cultura.

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