LAS CONSECUENCIAS DEL 28 -M

Los guerristas moderados intentan evitar que estalle una lucha entre familias

Los guerristas llevarán una posición conjunta al comité federal de mañana, sábado, fundamentada en la petición de que para salir del retroceso electoral socialista empiecen los cambios en el modo de hacer política de la dirección del partido como en el Gobierno. No obstante, el sector más moderado de este grupo empezó ya a aplacar los ánimos, de manera que los resultados electorales no vuelvan a producir la reapertura de hostilidades internas. Este sector no pedirá ni elecciones anticipadas ni pondrá en cuestión el liderazgo del secretario general, Felipe González.

Tan sólo se espera qu...

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Los guerristas llevarán una posición conjunta al comité federal de mañana, sábado, fundamentada en la petición de que para salir del retroceso electoral socialista empiecen los cambios en el modo de hacer política de la dirección del partido como en el Gobierno. No obstante, el sector más moderado de este grupo empezó ya a aplacar los ánimos, de manera que los resultados electorales no vuelvan a producir la reapertura de hostilidades internas. Este sector no pedirá ni elecciones anticipadas ni pondrá en cuestión el liderazgo del secretario general, Felipe González.

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Tan sólo se espera que los miembros de la corriente Izquierda Socialista planteen nombres propios en la reunión del comité federal, como ya lo vienen expresando estos días el diputado Manuel de la Rocha y Antonio García Santesmases. Para esta corriente, no estaría de más que se planteara la sustitución tanto de Felipe González como de Alfonso Guerra.Esta posición será minoritaria, ya que en el tremendo pesimismo en el que están alcaldes y concejales no entra la sustitución de su máximo líder. Su irritación inicial viene por lo que consideran escasa autocrítica por los resultados y cierta espina clavada de que algo han tenido que ver el deterioro del Gobierno central y los escándalos nacionales en el revolcón que muchos de ellos han sufrido cuando su propia percepción era de gestión municipal o autonómica más que aceptable.

Ayer, representantes de lo que se llama el guerrismo moderado, como -por ejemplo, el secretario de Administración y Finanzas, Francisco Fernández Marugán- iniciaban una labor entre sus compañeros de aplacar nerviosismos desatados por la reunión de algunos dirigentes en el palacio de la Moncloa, al parecer convocados por el vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, aunque luego se sumó brevemente Felipe González.

La irritación vino porque de dicha reunión se excluyó a dos secretarios generales, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, de Extremadura, y Luis Martínez Noval, de Asturias. Un miembro de la ejecutiva guerrista aseguraba ayer que su secretario general, Felipe González, debe saber que pueden celebrarse tantas reuniones como se quiera, pero siempre que no se falte al respeto a la ejecutiva.

La reunión de la ejecutiva se celebró el lunes y los asistentes al almuerzo en La Moncloa no tomaron la palabra, entre ellos José Bono, presidente de Castilla-La Mancha, y Joan Lerma, presidente hasta el próximo día 17 de la Comunidad Valenciana. Tampoco hablaron en la ejecutiva el líder de los socialistas vascos, Ramón Jáuregui, o el ministro de Industria, Juan Manuel Eguiagaray, también presentes en el almuerzo.

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Ciertamente, el silencio de personajes tan destacados llamó la atención a los miembros de la ejecutiva, sorpresa que horas después se transformó en irritación cuando tuvieron conocimiento de la reunión previa. "Nos tendrían que explicar qué reunión de la ejecutiva era la válida; la de las dos en Moncloa o la de las cinco en Ferraz", señaló un miembro de la ejecutiva que asegura que estos interrogantes los escuchará González mañana en la reunión del comité federal.

Entre el torrente de declaraciones que ayer se desataron se pueden colocar en un extremo las del diputado granadino y miembro del federal Ángel Díaz Sol. "Es necesario asumir la derrota y hacer cambios, porque hemos perdido el apoyo de sectores que tradicionalmente han apoyado a los socialistas". Según Díaz Sol, la actual dirección del PSOE "es plana y anodina", aunque ahí se detuvo, ya que no consideró imprescindible cambiar de personas, sino de "estilo, tonos y caras".

En el otro extremo, el vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, empezó por decir que no le constaba que hubiera malestar en el PSOE por la reunión celebrada el lunes, y animó a que en su partido se discuta "libremente y con serenidad" el resultado de las elecciones. El ministro de Trabajo, José Antonio Griñán, extendió la necesidad de la reflexión a toda la izquierda y no sólo al PSOE, dado que sumado el voto de la derecha sale una cifra superior al de la izquierda en su conjunto. Según Griñán, su partido algo tiene que hacer para adaptar el mensaje a los nuevos tiempos. "Aunque las elecciones no han sido una catástrofe como para hacer tonterías, tampoco han sido buenas como para no hacer nada".

De nuevo el qué hacer es el gran dilema de los socialistas. Después de que la reflexión y el análisis de los resultados terminen, dentro de al menos dos o tres semanas, empezarán a buscar soluciones. Los guerristas hablan de "recuperar la actividad del partido" y que el Gobierno también cambie su discurso e intensifique sus políticas. Dos riesgos planean sobre esta organización, según reconocen guerristas y renovadores: la reanudación de las hostilidades internas, culpándose unos a otros del mal resultado electoral, y "no hacer nada", que incluye no saber cómo se hace oposición y no cambiar las políticas gubernamentales.

Chaves pide renovación

El diputado por Sevilla Luis Yáñez apostó ayer por una renovación aún más profunda en el PSOE. "La generación de Suresnes [el grupo que propició la llegada de Felipe González y Alfonso Guerra a la dirección del partido] tiene que dar un paso atrás", declaró a Efe. Yáñez consideró "clarísimamente insuficiente" el proceso de renovación emprendido en el último congreso. "Los que se reúnen en Ferraz son los mismos", aseguró el diputado, quien recalcó que la renovación interna no se produjo en aras de la integración, lo que, a su juicio, fue "un poco ingenuo".

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