El alcalde atraviesa su cuarto túnel

Ya van cuatro agujeros, y falta el de la plaza de Oriente. El alcalde de Madrid, José María Alvarez del Manzano, inauguró ayer el túnel bajo la plaza del Conde de Casal entre los pitidos de un grupo de vecinos que reivindican la construcción de equipamientos deportivos públicos en los antiguos cuarteles de Daoiz y Velarde y los vítores de militantes del PP jaleados por algunos concejales. Con estos 368 metros excavados entre la avenida del Mediterráneo y la carretera de Valencia (N-III), el regidor suma ya cuatro pasos subterráneos inaugurados.Éste -por el que circularán unos 50.000 veh...

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Ya van cuatro agujeros, y falta el de la plaza de Oriente. El alcalde de Madrid, José María Alvarez del Manzano, inauguró ayer el túnel bajo la plaza del Conde de Casal entre los pitidos de un grupo de vecinos que reivindican la construcción de equipamientos deportivos públicos en los antiguos cuarteles de Daoiz y Velarde y los vítores de militantes del PP jaleados por algunos concejales. Con estos 368 metros excavados entre la avenida del Mediterráneo y la carretera de Valencia (N-III), el regidor suma ya cuatro pasos subterráneos inaugurados.Éste -por el que circularán unos 50.000 vehículos diarios- sigue la moda de incorporar un aparcamiento para residentes (en este caso dividido en dos zonas con un total de 1.640 plazas) cuya venta sufraga la construcción del túnel, que cuesta 2.649 millones.

A diferencia del paso subterráneo de la plaza de la República Dominicana (donde sólo se habían vendido el 30% de las plazas cuando se inauguró), el de Conde de Casal es un negocio redondo nada más nacer: la constructora, Ferrovial, ha vendido ya el 85% de las plazas, según , fuentes municipales, de modo que han recuperado ya casi 2.200 millones.

Y todavía les queda por explotar otras 205 plazas de rotación en el aparcamiento bajo la calle de Carlos y Guillermo Fernández Shaw. El paso de Conde de Casal se había proyectado inicialmente como una pieza dentro de una operación más amplia que incluía una multiestación de metro y autobús y un aparcamiento disuasorio además del destinado a residentes.

Tras una reprimenda del secretario municipal por un irregular intento de adjudicación a la empresa Huarte en diciembre de 1992 (no se ajustaba al pliego de condiciones), el Ayuntamiento había admitido aportar 1.500 millones de pesetas a las obras, pero finalmente optó por duplicar el número de plazas y encarecer en 250.000 pesetas cada una de ellas.

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