Presunta relación del asesinato de un detective privado con el narcotráfico

, Las incógnitas siguen planeando sobre el asesinato de Juan José Urrutia, de 32 años, el pasado martes. Murió de un solo disparo -efectuado por un profesional según todos los indicios- con una bala del calibre 22 o del 6,25 que le entró por la nuca y le salió por el pómulo derecho. El lugar, un apartado paraje de la sierra de Urbasa, a 40 kilómetros de Pamplona, está siendo rastreado por unidades antiterroristas de la Guardia Civil y aún no han aparecido ni la bala ni el casquillo. Fuentes policiales investigan la posible relación del caso con el tráfico de drogas.

El coche de Urrutia...

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, Las incógnitas siguen planeando sobre el asesinato de Juan José Urrutia, de 32 años, el pasado martes. Murió de un solo disparo -efectuado por un profesional según todos los indicios- con una bala del calibre 22 o del 6,25 que le entró por la nuca y le salió por el pómulo derecho. El lugar, un apartado paraje de la sierra de Urbasa, a 40 kilómetros de Pamplona, está siendo rastreado por unidades antiterroristas de la Guardia Civil y aún no han aparecido ni la bala ni el casquillo. Fuentes policiales investigan la posible relación del caso con el tráfico de drogas.

El coche de Urrutia, un Ford Fiesta, fue hallado a unos diez kilómetros. Tenía las llaves puestas y junto a él se encontró una bala entera de nueve milímetros parabellum. La policía vasca andaba tras la pista de ese vehículo desde el día 12 por motivos que no se han dado a conocer.

Urrutia tenía un carné de investigador privado, pero nunca ejerció esa profesión. Residía junto a su esposa, Nekane Madariaga, en Hendaya y era gerente de Marekur, que tiene alquilado un picadero de caballos en el barrio donostiarra de Intxaurrondo. Según diversas informaciones, atravesaba graves problemas económicos y varios negocios que poseía en Pamplona acabaron con sendos desfalcos.

Las indagaciones han determinado que Urrutia abandonó con urgencia el picadero el lunes mientras efectuaba las tareas de limpieza. Quizá fue obligado a ello. Esa mañana, un hombre de unos 40 años acudió a su domicilio. Su mujer le indicó que se encontraba trabajando.

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