Tribuna:

Riesgos

Mientras convalezco de un malentendido entre mi rodilla izquierda y yo, reflexiono acerca de lo afortunada que soy, no sólo por haber salido con bien de las expertas manos hospitalarias del Vall d'Hebron,. sino porque, además, en esta sernivuelta a la vida civil, compruebo que no me encuentro entre los principales grupos de riesgo de infierno eterno que señala mi querido Papa en su última encíclica. No estoy ya entre las mujeres que necesitan abortar, ni entre los hombres y mujeres que se empeñan en evitar las consecuencias de sus devaneos mediante el uso de píldoras antico.nceptivas, condones...

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Mientras convalezco de un malentendido entre mi rodilla izquierda y yo, reflexiono acerca de lo afortunada que soy, no sólo por haber salido con bien de las expertas manos hospitalarias del Vall d'Hebron,. sino porque, además, en esta sernivuelta a la vida civil, compruebo que no me encuentro entre los principales grupos de riesgo de infierno eterno que señala mi querido Papa en su última encíclica. No estoy ya entre las mujeres que necesitan abortar, ni entre los hombres y mujeres que se empeñan en evitar las consecuencias de sus devaneos mediante el uso de píldoras antico.nceptivas, condones, dispositivos intrauterinos, diafragmas y espermicidas, ni entre quienes tienen que cometer la tropelía de someterse a una vasectomía o ligarse las trompas. Eureka: al Holy Father se le pasé por alto la menopausia, y no seré yo quien se la recuerde.Aunque me asalta una duda:, dado que las menopáusicas no podemos, ni rezando, quedarnos embarazadas, ¿nos están prohibidos para siempre los deleites del fornique? ¿Debemos renunciar también a la Holy Penetration? Pensándolo bien, no sería demasiado grave:, a partir de los 50 años ' mi casoestá estadísticamente comprobado que una mujer tiene más probabilidades de morir electrocutada que de ligar. Y a partir de los 60, simplemente de morir.

Me preocupa que la eutanasia, ni mentarla. Ya saben, gente que padece dolorosas enfermedades terminales y a quienes el Pontífice niega el derecho a la piedad.

Pero acaba de ocurrírseme, para este caso,. una solución estupenda. Me voy a Estados Unidos, por ejemplo, atraco una defi a mano armada, asesino al coreano & la caja y, sin más trámite, me, meten en Ja celda de la muerte y acaban ejecutándome fnediante inyección letal.

Y encima, con la bendición del Papa. Qué descanso.

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