Tribuna:

Con su propia medicina

UANMA ITURRIAGAEn su terreno. El Limoges recibió una generosa ración de su propia medicina. A Obradovic no le importó plantear la batalla en el terreno favorito de su adversario / amigo / colega Maljkovic. Tanteo corto, defensas aguerridas sobre los hombres clave, ritmo de caracol en estado de semiparálisis. El Madrid corrió lo justo, o sea, prácticamente nada. Parecía empeñado en demostrar que si el Limoges se ha hecho famoso por su defensa, ellos también saben flexionar las rodillas, sacar a empujones a la gente en los bloqueos, asfixiar a la estrella rival, en este caso Young, y deja...

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UANMA ITURRIAGAEn su terreno. El Limoges recibió una generosa ración de su propia medicina. A Obradovic no le importó plantear la batalla en el terreno favorito de su adversario / amigo / colega Maljkovic. Tanteo corto, defensas aguerridas sobre los hombres clave, ritmo de caracol en estado de semiparálisis. El Madrid corrió lo justo, o sea, prácticamente nada. Parecía empeñado en demostrar que si el Limoges se ha hecho famoso por su defensa, ellos también saben flexionar las rodillas, sacar a empujones a la gente en los bloqueos, asfixiar a la estrella rival, en este caso Young, y dejar a todo un campeón de Europa en la ridícula cifra de 49 puntos. Sólo le faltó un pequeño detalle para que su ejercicio defensivo fuese intachable: los rebotes defensivos. Según fue avanzando el partido, y viendo la victoria cerca, la tenaza madridista fue, aumentando su presión, hasta el punto de que por instantes parecía casi imposible que el Limoges fuese capaz, en el estado en el que se encontraba, de meter una canasta, lo que por fin consiguió cuando Sabonis abandonó la cancha.

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Sabonis "versus" Young. La cara y la cruz del par tido. El lituano desarrolló un completo ejercicio de autocontrol. Participó activamente, no perdió la cara del encuentro en ningún momento, sus biorritmos se mantuvieron estables y dedicó íntegra mente sus esfuerzos a anotar, rebotear e intimidar. En el otro lado, Michael Young tuvo una noche nefasta (2 de 11). Se le pegaron como lapas Santos y García Coll, que pusieron tanto ardor en su tarea que prácticamente se olvidaron de que existía un aro donde meter la pelota.

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