Cartas al director

Inadmisible

Comparto en su totalidad la opinión que Rosa Regás reflejaba en su artículo Entre la chapuza y el insulto, aparecido en EL PAÍS del 16 de marzo pasado. Efectivamente, en los últimos tiempos nuestra clase política ha cambiado el debate por el insulto, la dialéctica civilizada por la ofensa, y la argumentación por el ultraje. Como bien decía la autora, esta mos viviendo una época en que las acusaciones lanzadas contra los políticos se dan, aunque sean sin pruebas fehacientes, como hechos ciertos, y lo que hay que demostrar es la inocencia. Y si esa inocencia se demuestra, siempre permanec...

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Comparto en su totalidad la opinión que Rosa Regás reflejaba en su artículo Entre la chapuza y el insulto, aparecido en EL PAÍS del 16 de marzo pasado. Efectivamente, en los últimos tiempos nuestra clase política ha cambiado el debate por el insulto, la dialéctica civilizada por la ofensa, y la argumentación por el ultraje. Como bien decía la autora, esta mos viviendo una época en que las acusaciones lanzadas contra los políticos se dan, aunque sean sin pruebas fehacientes, como hechos ciertos, y lo que hay que demostrar es la inocencia. Y si esa inocencia se demuestra, siempre permanecerá una mancha negra en la reputación de los políticos infundadamente acusados (el más puro estilo nazi, plasmado en la frase de Gobbels: "Calumnia, que algo quedará"). Por otra parte, aspecto también señalado por Rosa Regás, la clase política debe ser consciente de que un insulto a partidos opositores es también un insulto a los ciudadanos que votaron por estos partidos, lo cual es, a todas luces, inadmisible.-

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