Zedillo pide al PRI una nueva alianza para consolidar la democracia en México

Fue un cumpleaños de lo más armonioso. La celebración, el sábado, del 660 aniversario de la fundación y llegada al poder del Partido Revolucionario Institucional (PRI) sirvió a Ernesto Zedillo, presidente de México, como marco incomparable para pedir a su grupo político una "gran alianza" que abra las puertas a la democratización del país. El respaldo fue, aparentemente, unánime. De esta forma, Zedillo, quiso romper la imagen de un presidente que hasta ahora parecía haber encontrado más apoyo en la oposición que en su partido para sacar adelante su proyecto político.

Todos estaban con é...

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Fue un cumpleaños de lo más armonioso. La celebración, el sábado, del 660 aniversario de la fundación y llegada al poder del Partido Revolucionario Institucional (PRI) sirvió a Ernesto Zedillo, presidente de México, como marco incomparable para pedir a su grupo político una "gran alianza" que abra las puertas a la democratización del país. El respaldo fue, aparentemente, unánime. De esta forma, Zedillo, quiso romper la imagen de un presidente que hasta ahora parecía haber encontrado más apoyo en la oposición que en su partido para sacar adelante su proyecto político.

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Todos estaban con él. Y él estaba con todos. "Nuestra alianza será el primer eslabón a partir del cual convocaré a todos los partidos políticos, así como a las organizaciones sociales, a fin de construir acuerdos sólidos, propositivos y dinámicos", clamó el presidente ante los miembros del PRI, trajeados y reunidos en el auditorio de su sede (y no, como bromeaba un viñetista, en la prisión de Almoloya de Juárez, donde se encuentran los detenidos por los asesinatos del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio y del secretario general del partido José Francisco Ruiz Massieu, casi todos con vínculos priístas).Llegado a la presidencia accidentalmente (fue nombrado candidato tras la muerte de Colosio en marzo del año pasado), sin grandes apoyos pero al mismo tiempo sin grandes enemigos dentro de la familia, y con fama de tecnócrata gris, Zedillo emprendió su rumbo en una de las etapas más tormentosas de la reciente historia mexicana, bajo la mirada desconfiada de la oposición, que no ha creído en su voluntad democratizadora, y de los sectores históricos de su grupo, a quien esa misma voluntad pone los pelos de punta.

En un ejercicio de equilibrismo que parece dominar, Zedillo se distanció formalmente de su partido y después se aproximó a la oposición: las conversaciones con el conservador Partido de Acción Nacional (PAN) y el progresista Partido de la Revolución Democrática (PRD) sentaron las bases de un endeble acuerdo político firmado el pasado enero.

Pero ahora tenía que reconciliarse con su partido, sin cuyo apoyo real, y en medio de la crisis financiera y la inestabilidad en Chiapas, poco puede hacer. La propuesta hecha el sábado por Zedillo fue clara: no pretende del PRI "un apoyo mecánico e irreflexivo ni una subordinación indigna y estéril", sino "una alianza legítima, transparente y sólida que fortalezca la vida republicana y las instituciones".

La exultante presidenta del PRI, la lideresa María de los Ángeles Moreno, vestida toda de verde, le dio la respuesta oficial: "Fuerte es el Gobierno que ve y que oye a cuantos difieren de su propósito y al mismo tiempo que procura convencernos de su razones. Y fuerte, muy fuerte, es el Gobierno de Ernesto Zedillo ' a quien la organización política de la que fue abanderado le reitera hoy y siempre su apoyo".

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En el cumpleaños faltó un invitado: Carlos Salinas de Gortari. Su sombra planeaba por el auditorio del PRI, pero los presentes, muchos de ellos incondicionales suyos en el sexenio anterior, se la sacudían de encima con prontitud. "¡Muera el rey, viva el rey!" es el lema, según reconocía un senador.

Rodeado de los vecinos de la barriada de San Bernabé, en la norteña ciudad de Monterrey, que le ofrecían caldo y otras viandas, Salinas anunciaba la suspensión de la huelga de hambre, iniciada el jueves, después de que el propio Ernesto Zedillo le garantizara que su nombre sería limpiado en relación al caso Colosio y a la crisis financiera de diciembre.

Ocho horas de negociaciones

Las negociaciones duraron ocho horas y Salinas logró sus exigencias. El sábado por la tarde, el Procurador de la República le exoneró formalmente de cualquier acusación de encubrimiento en el caso Colosio. Los dos ex fiscales que llevaron la investigación afirmaron por escrito que el entonces presidente no interfirió nunca en la orientación de las pesquisas. En esta semana, un comunicado elaborado por Pedro Aspe y Jaime Serra, ex secretarios de Hacienda de Salinas y Zedillo, respectivamente, detallará la evolución económica de la crisis de diciembre. Aparentemente, el encarcelamiento de Raúl Salinas, hermano del ex presidente, como presunto autor intelectual del mortal atentado contra José Francisco Ruiz Massieu no figura en los acuerdos.

Mientras tanto, Mario Ruiz Massieu, ex subprocurador de la república y hermano del asesinado secretario general priísta, sigue bajo la vigilancia de las autoridades estadounidenses a la espera de una eventual petición de extradición, que se producirá, según dijo ayer la Procuraduría mexicana, si los jueces dictaminan que cometió delito de encubrimiento a favor de Raúl Salinas. Parece así confirmarse que Ruiz Massieu estaba vigilado, y que los cargos por contravenir la ley de control de cambios de EE UU que sirvieron para su detención fueron una excusa para evitar que saliera de ese país.

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