Un cura, denunciado por pagar con dinero falso a una prostituta en la Casa de Campo

El cura M. M. N., de 48 años, fue interrogado por la policía el pasado 5 de diciembre tras la denuncia presentada por una prostituta que trabaja en la Casa de Campo que le acusaba de haberle pagado con dinero falso, según confirmaron ayer fuentes policiales, informa Jan M. Ahrens.La noticia fue difundida en su día por la Policía Municipal (véase EL PAÍS de] 4 de diciembre de 1994), pero sin detalles sobre la personalidad del acusado. La agencia de información Stonepress -especializada en noticias sobre los pueblos del Noroeste de Madrid- informó ayer de que el denunciado es un párroco. ...

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El cura M. M. N., de 48 años, fue interrogado por la policía el pasado 5 de diciembre tras la denuncia presentada por una prostituta que trabaja en la Casa de Campo que le acusaba de haberle pagado con dinero falso, según confirmaron ayer fuentes policiales, informa Jan M. Ahrens.La noticia fue difundida en su día por la Policía Municipal (véase EL PAÍS de] 4 de diciembre de 1994), pero sin detalles sobre la personalidad del acusado. La agencia de información Stonepress -especializada en noticias sobre los pueblos del Noroeste de Madrid- informó ayer de que el denunciado es un párroco. La agencia facilitó su nombre completo y también el de la parroquia.

La prostituta Mónica C. C., de 29 años, indicó en la denuncia que su cliente, quien la abordó por la noche en el paseo de los Plátanos de la Casa de Campo, le pagó con dos billetes de 2.000 pesetas que resultaron ser burdas fotocopias. La mujer se percató enseguida y avisó a una patrulla de la Policía Municipal que recorría el lugar.

El supuesto cliente fue alcanzado por los agentes locales, a quienes contó que llevaba los billetes-falsos para gastar una broma a un amigo y que se equivocó al sacarlos del bolsillo de la americana.

El denunciado también declaró que no había mantenido una relación sexual con la prostituta, sino que solamente estuvieron hablando.

Este diario intentó ayer conversar telefónicamente con el sacerdote para que aclarase el posible malentendido, pero comunicaba continuamente. Un periodista se desplazó a su domicilio, pero no fue atendido, informa Vicente G. Olaya.

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