Morales, verdugo de la Real

Ni el fútbol, deporte pasional donde los haya, escapa al imperio de la electrónica. Algunos entrenadores introducen un chip en las neuronas de sus jugadores y estos, cuanto más jóvenes y más humildes, evolucionan automáticamente sobre el césped. Sólo el ingenio, el arte o la insolencia de los futbolistas contraviene las leyes de la electrónica.La Real Sociedad, con Karpin ya en huelga de ideas, recondujo el partido a una cuestión pasional. Todo su control y superioridad iniciales se convirtieron en una disputa agónica. La culpa la tuvo un jugador rápido y habilidoso, Morales, que se coló de ro...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Ni el fútbol, deporte pasional donde los haya, escapa al imperio de la electrónica. Algunos entrenadores introducen un chip en las neuronas de sus jugadores y estos, cuanto más jóvenes y más humildes, evolucionan automáticamente sobre el césped. Sólo el ingenio, el arte o la insolencia de los futbolistas contraviene las leyes de la electrónica.La Real Sociedad, con Karpin ya en huelga de ideas, recondujo el partido a una cuestión pasional. Todo su control y superioridad iniciales se convirtieron en una disputa agónica. La culpa la tuvo un jugador rápido y habilidoso, Morales, que se coló de rondón en la pantalla y fundió los fusibles de la Real.

Más información

Archivado En