Editorial:

Seis huérfanos

SEIS HUÉRFANOS más. Ése es el resultado del atentado de ayer en Bilbao. ¿Cuántas viudas más, cuántos huérfanos hacen falta todavía para que los que matan, y quienes les proporcionan argumentos para matar y morir se convenzan de que eso, huérfanos y odio, es lo único que producen? Y presos: uno joven más, uno de los autores del atentado, detenido un minuto después de disparar, se añadió ayer a la lista de 600 personas que mataron porque alguien les convenció de que ello era una exigencia de la causa.El atentado de ayer coincide con noticias esperanzadoras sobre la evolución de la situación en I...

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SEIS HUÉRFANOS más. Ése es el resultado del atentado de ayer en Bilbao. ¿Cuántas viudas más, cuántos huérfanos hacen falta todavía para que los que matan, y quienes les proporcionan argumentos para matar y morir se convenzan de que eso, huérfanos y odio, es lo único que producen? Y presos: uno joven más, uno de los autores del atentado, detenido un minuto después de disparar, se añadió ayer a la lista de 600 personas que mataron porque alguien les convenció de que ello era una exigencia de la causa.El atentado de ayer coincide con noticias esperanzadoras sobre la evolución de la situación en Irlanda del Norte. El proceso de paz avanza, y las autoridades británicas han anunciado una reducción gradual de la presencia del Ejército en el territorio; de momento, desaparecen las patrullas militares diurnas: algo que se había convertido en un símbolo de un conflicto que ha costado 3.000 vidas en los últimos 25 años. El actual proceso se hizo posible porque la dirección política del Sinn Fein y el IRA comprendieron que la violencia no sólo no ser vía para hacer avanzar causa alguna, sino que se había convertido en el primer obstáculo para los ideales republicanos.

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En el mundo de ETA, y HB, Por el contrario, el anuncio de que un sector cuestionaba la utilidad (ni siquiera la legitimidad, sólo la utilidad actual) de la eufemísticamente llamada lucha armada fue considerado una "intoxicación manipuladora" por los fanáticos que ahora dirigen ese tinglado: los mismos que ayer ordenaron matar y que hoy redactarán un comunicado acusando a los demás de intransigencia por no aceptar sus exigencias para dejar de hacerlo.

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Sus exigencias: el encapuchado que hace poco apareció en la televisión alemana para justificar los crímenes de ETA, definió a esta organización como "un movimiento para la paz". A continuación añadió que mientras no se reconozca el derecho de autodeterminación "la lucha armada sigue siendo el mejor camino".

Los crímenes de ETA revelan la impotencia de quien mata por temor de ser incapaz de convencer. Pero será difícil que ellos mismos se convenzan de que su acción es estéril mientras personas respetables que les aconsejan no matar sigan diciéndoles -como hacía recientemente una persona muy representativa del clero (y ex clero) abertzale- que si bien "la campaña contra la Ertzaintza es absurda", el derecho de autodeterminación "es tan fundamental como el derecho a la vida".

Seguramente la persona que ayer mató tendrá ocasión de meditar en prisión si semejante despropósito tiene algún sentido. Y si existe algún motivo sobre la tierra que pueda justificar el dolor de los seis huérfanos a los que hoy veremos llorar en el telediario.

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