Las librerías tradicionales se quejan de que venden la mitad desde hace dos años

Los profesionales de Moyano y Libreros culpan de su crisis a los grandes comercios

Desde principio de siglo hasta hace pocos años, todo el que quería adquirir un libro con el precio rebajado sabía que tenía que darse un paseo por la cuesta de Moyano o por la calle de los Libreros. Tradicionalmente, allí se encontraban los libros de saldo. Ahora, libreros de muchas generaciones han visto caer sus ventas a la mitad, según dicen, y desde hace dos años. Culpan de ello a los grandes comercios, que adquieren los restos editoriales a precios más bajos y, además, compiten en la apertura dominical. "Sobrevivimos por romanticismo", dicen los afectados.

Los libreros de la cuesta...

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Desde principio de siglo hasta hace pocos años, todo el que quería adquirir un libro con el precio rebajado sabía que tenía que darse un paseo por la cuesta de Moyano o por la calle de los Libreros. Tradicionalmente, allí se encontraban los libros de saldo. Ahora, libreros de muchas generaciones han visto caer sus ventas a la mitad, según dicen, y desde hace dos años. Culpan de ello a los grandes comercios, que adquieren los restos editoriales a precios más bajos y, además, compiten en la apertura dominical. "Sobrevivimos por romanticismo", dicen los afectados.

Los libreros de la cuesta de Moyano se conocen de toda la vida. La mayoría ha heredado un negocio que iniciaron sus padres o abuelos. "Sabemos todo de todos", dicen. Desde hace dos años, el comentario más repetido entre ellos es el descenso en la venta de libros que padecen. "Vender, no se vende, pero este negocio engancha. Si te gustan los libros, eres feliz", comenta Armando Castrillo, presidente de la Asociación de Libreros de la Cuesta de Moyano, mientras despacha su primer libro del día -"y son las doce de la mañana-. Además de la Crisis económica, ellos señalan también a las grandes superficies, como culpables de la suya."El problema es que ahora las editoriales no nos ofrecen a nosotros los restos de colecciones [es lo que luego se vende a precio reducido]. Antes éramos los únicos que nos dedicábamos al saldo. Ahora tenemos que competir con comercios capaces de absorber, 500 libros de golpe", explica Juan Manuel Martínez, encargado de una de las 30 casetas.

Estos puestos son pequeños quioscos que el Ayuntamiento adjudicó hace siete años por un periodo de 10, renovable cada lustro. Los adjudicatarios que tuvieron que rehabilitar las veteranas casetas con dinero de su bolsillo, están obligados a pagar un canon cada seis meses -según Castrillo, les sale más caro que el metro cuadrado en Serrano-, y hacer frente a los gastos de luz y al pago de un vigilante nocturno.

Alberto Blanco trabaja en otra de estas casetas próximas a Atocha desde hace seis años. Tiene 2.500 títulos en su casa y calcula que en su librería se venden de 50 a 60 volúmenes cada día. Él comenta que las grandes superficies les perjudican mucho también cuando abren los domingos. "Los días de fiesta que abren ellos, aquí no viene casi nadie. Y cuando no abren se nota muchísimo, viene más gente", dice.

"Siempre miramos al cielo"

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Los libreros de Moyano, como apunta Castrillo, trabajan "como los agricultores". "Siempre estamos mirando al cielo. Cuando llueve o anochece se cierra el quiosco".

Los libreros acusan a los grandes comercios de practicar competencia desleal. "Saldan libros de dos años, cuando la ley exige cinco para poder realizar este descuento", aseguran. "A la gente no le entra en la cabeza lo bonito que es esto", interviene Blanco.

La queja no es sólo en Moyano. Algo más lejos, en la trasera de la Gran Vía, también se escuchan lamentos: es la calle de los Libreros. "Este callejón se ha hecho a base de años y años de trabajo sin publicidad de ningún tipo" comenta Pedro Angulo, encargado de La Casa de la Troya, un establecimiento abierto desde 1930.

Los males denunciados aquí son los mismos: la competencia de los grandes comercios. Amén de los horarios y la mercancía, los libreros no pueden rivalizar ni con la publicidad de las grandes superficies ni con la cantidad de sedes, que tienen.

Enrique Bataller, propietario de otra librería de la calle los Libreros, reflexiona: "Me extraña que determinadas superficies consigan un 25% de descuento cuando al modesto librero le hacen el 15%. Hay editoriales que no te suministran un libro si el pedido es menor de diez mil pesetas, y muchas veces nosotros no podemos hacer un encargo mayor".

El responsable de ventas de una de las compañías que más factura en libros de oferta, y que pide anonimato, es tajante: "Los pequeños libreros tienen que cambiar si quieren sobrevivir". A su cadena, las editoriales 3.000 ejemplares por título. "Hay una diferencia abismal entre los precios que nos ofrecen a nosotros y los que les ofrecen a ellos. No es lo mismo deshacerse de 5.000 ejemplares que de sólo de 10% añade. Asegura que ellos jamás saldan libros que no permite la ley. ¿Librero grande se come al chico?

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