Los socialistas portugueses proponen adelantar las elecciones

ENVIADA ESPECIAL

La crisis política portuguesa pareció ayer perder virulencia. La propuesta del líder del Partido Socialista (PS) Antonio Guterres de adelantar a antes del verano las elecciones legislativas, previstas para el próximo mes de octubre, tuvo el efecto paradójico de desdramatizar una situación crispada que amenzaba con estallar. La crisis se aplaza hasta el verano.

Con la salvedad de que pueda seguir creciendo la ola de denuncias por corrupcción que afectan al Gobierno del primer ministro conservador Aníbal Cavaco Silva, lo que se desprende de lo sucedido en las ú...

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ENVIADA ESPECIAL

La crisis política portuguesa pareció ayer perder virulencia. La propuesta del líder del Partido Socialista (PS) Antonio Guterres de adelantar a antes del verano las elecciones legislativas, previstas para el próximo mes de octubre, tuvo el efecto paradójico de desdramatizar una situación crispada que amenzaba con estallar. La crisis se aplaza hasta el verano.

Con la salvedad de que pueda seguir creciendo la ola de denuncias por corrupcción que afectan al Gobierno del primer ministro conservador Aníbal Cavaco Silva, lo que se desprende de lo sucedido en las últimas semanas es que el hasta ahora tranquilo estanque de la política portuguesa ha empezado ya a agitarse de cara a una campaña electoral que se vislumbra dura y no exenta de golpes bajos. Y que en el camino que lleva a las legislativas, y posteriormente a las presidenciales de principios de 1996, el protagonismo lo llevan los dos hombres que comparten ahora, incómodamente, la cúpula del poder político en Portugal: Cavaco Silva y el presidente de la República, el socialista Mario Soares.

Soares, que no puede presentarse a la reelección por haber cumplido ya dos mandatos presidenciales, no ha podido resistir la tentación de golpear a su viejo enemigo. El domingo pasado, en una extensa entrevista a Diario de Noticias el presidente calificaba de "dictatorial" la actuación de la mayoría absoluta de que dispone el Gobierno de Cavaco. Dos días después se encargó, en uso de sus atribuciones constitucionales, de rechazar y enviar a la Corte Suprema portuguesa cuatro leyes, entre ellas la ley de Prensa, que habían sido aprobadas por amplia mayoría en la Asamblea de la República.

Acusaciones de corrupción

El momento no podía haber sido mejor escogido. El PSD se tambaleaba víctima de acusaciones de corrupción. Su líder parlamentario, Duarte Lima, abandonaba voluntariamente su puesto en la Asamblea y también la secretaría general del partido ante las graves acusaciones de fraude fiscal a través de oscuros negocios inmobiliarios, cuyos beneficios, además, podrían haber ido a ingresar las cuentas del partido. Ni siquiera el propio Cavaco salió en su defensa, aunque sí que dirigió sus dardos contra la prensa.La ex ministra de Sanidad, Leonor Beleza está siendo procesada como implicada en un caso de sangre contaminada con sida, y el ministro de Defensa se vio implicado en una supuesta venta ilegal de aviones a Angola.

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El jueves, los dos periódicos más importantes de Lisboa anunciaban en primera página que Cavaco abandonaba la política. Público lo adornaba con una fotografía del mandatario con su esposa amorosamente cogida al brazo, y aseguraba que dejaría el puesto "por razones familiares", insinuando que la presión del cargo se estaba haciendo insoportable para los Cavaco.

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