Tribuna:FÚTBOL: LIGAS EXTRANJERAS

Malos tiempos para el Arsenal

Graham Kelly sería casi un desconocido para los aficionados al fútbol en el Reino Unido de no ser porque una imparable sucesión de escándalos le han obligado a colocarse, semana tras semana, bajo el foco escrutador de las cámaras de televisión. Kelly, un tipo más bien grueso, que mira con la expresión contenida de quien está permanentemente afrontando catástrofes, es el director ejecutivo de la Asociación de Fútbol inglés. El comienzo de la última temporada futbolística parecía prometedor, hasta que en noviembre estalló la secuencia de escándalos. Primero fue Bruce Grobbelaar, luego la joven e...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Graham Kelly sería casi un desconocido para los aficionados al fútbol en el Reino Unido de no ser porque una imparable sucesión de escándalos le han obligado a colocarse, semana tras semana, bajo el foco escrutador de las cámaras de televisión. Kelly, un tipo más bien grueso, que mira con la expresión contenida de quien está permanentemente afrontando catástrofes, es el director ejecutivo de la Asociación de Fútbol inglés. El comienzo de la última temporada futbolística parecía prometedor, hasta que en noviembre estalló la secuencia de escándalos. Primero fue Bruce Grobbelaar, luego la joven estrella del Arsenal, Paul Merson.Grobbelaar, el simpático portero del Southampton, recién llegado del Liverpool, no era tan sincero como parecía cuando pataleaba en el suelo lleno de ira tras haber fallado una parada. Las acusaciones de que aceptaba grandes sumas de dinero a cambio de perder los partidos están a estas alturas siendo investigadas por el equipo de Graham Kelly. Luego llegó el caso Merson.

La pasada semana -de nuevo en las alegres páginas del tabloide The Sun- el ídolo del Arsenal reconocía a cinco columnas que era un adicto a la cocaína. Graham Kelly envió un equipo médico a recorrer los estadios de Inglaterra -preferentemente el del Arsenal- en busca de una confirmación definitiva de que no hay nada podrido en tan sagrado deporte y que, ambos casos, el de Bruce y el de Merson, son meras excepciones en un mar de tranquilidad.

Grobbelaar, convencido de que sea cual sea la resolución de la FA tiene ya bien poco que hacer en el fútbol, acaba de inaugurar una pescadería. Merson, por su parte, humillado y contrito, se desintoxicó en una clínica de sus anteriores excesos.

Los.analistas de fútbol británicos consideran que la situación no es tan desesperada, y que la figura de Merson puede resultar, todavía, extraordinariamente útil en su calidad de ejemplo vivo de lo que no se debe hacer en la vida. De momento, y para cuando esté recuperado, además de un inevitable careo con la policía, el delantero del Arsenal tiene ya. organizadas visitas a escuelas donde podrá presentarse como el jugador caído, víctima de la plaga de las drogas, en busca de una segunda oportunidad.

Archivado En