FÚTBOL SEGUNDA DIVISÓN B

El Aranjuez divisa el pozo

El Fuenlabrada deja a los ribereños en la cola de la clasificación

Al Fuenlabrada no se le arruga su traje de pana. Va calentito por la vida, con su fútbol de corte primitivo, tan efectivo en días como el de ayer. El humo negro que, por culpa de una bengala, cubrió uno de los fondos al inicio del partido, fue premonitorio. Porque negro, negrisimo, resultó ser el juego de un Aranjuez que anda sumido en un eclipse total de fútbol.Todo el que llega al Real Sitio, a orillas del Tajo, pesca algo. Uno o dos puntos, según como se levante ese día el Aranjuez. Ayer se levantó pastoso, para desesperación de su ya cansada afición, que todavía no le ha visto ganar. Jarai...

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Al Fuenlabrada no se le arruga su traje de pana. Va calentito por la vida, con su fútbol de corte primitivo, tan efectivo en días como el de ayer. El humo negro que, por culpa de una bengala, cubrió uno de los fondos al inicio del partido, fue premonitorio. Porque negro, negrisimo, resultó ser el juego de un Aranjuez que anda sumido en un eclipse total de fútbol.Todo el que llega al Real Sitio, a orillas del Tajo, pesca algo. Uno o dos puntos, según como se levante ese día el Aranjuez. Ayer se levantó pastoso, para desesperación de su ya cansada afición, que todavía no le ha visto ganar. Jaraiz, el técnico que los manda, llenó a sus hombres de un malentendido instinto de conservación, convirtiéndoles a casi todos en eso que llaman perros de presa. Una táctica demasiado manida, demasiado desprestigiada y más vieja que la tos. Pero hay equipos construidos para sobrevivir. Como el Aranjuez. Otra cosa es que lo consigan. La primera media hora sólo sirvió para que más de uno se preguntara qué pintaban allí ambos porteros. Hubo un cabezazo, o similar, de Peces, flojito y quejumbroso, que se fue fuera llorando. El Aranjuez estaba tan descolorido como los números de las camisetas de sus jugadores, invisibles para quien tenga el más mínimo problema ocular.

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Corría el minuto 33 cuando Domínguez, al que Jaráiz corregía continuamente su posición, decidió encontrarla en el vestuario, al soltarle a Peces una absurda patada por detrás en el centro del campo.

El peligro de los visitantes sólo llegaba a balón parado y siempre por medio de Herrero, un futbolista que, apoyado por Testa, ofrece crédito en el centro del campo. En el otro bando, Jaráiz prescindió de Edu, que era, de lejos, su mejor artillero en una mañana de tan pobre artillería.

Herrero avisó con una falta que lamió el larguero, y a la tercera, la coló. La pegó abajo, al palo. Y no hubo tiempo para más.

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