El parque del sol

Los vecinos de barrios con fachada a la M-40 invaden el recinto Juan Carlos I, en el que añoran una maldita sombra

LUCIA ENGUITAAl tiempo. El Olivar de la Hinojosa, en el Campo de las Naciones, se perfila como un parque de futuro, al que se puede aplicar la máxima de "esperar y ver". El lamento de todos los usuarios dice que "no hay una maldita sombra". Y añaden la coletilla "¡esto será magnífico cuando los árboles crezcan!". A muchos les parece fascinante el diseño conceptual y que juega a sorprender del recinto de 160 hectáreas (160 campos de fútbol) abierto al público en junio de 1992 (tras la idea puesta en marcha por el alcalde Enrique Tierno, del PSOE, y modificada por su sucesor, Agustín Rodríguez S...

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LUCIA ENGUITAAl tiempo. El Olivar de la Hinojosa, en el Campo de las Naciones, se perfila como un parque de futuro, al que se puede aplicar la máxima de "esperar y ver". El lamento de todos los usuarios dice que "no hay una maldita sombra". Y añaden la coletilla "¡esto será magnífico cuando los árboles crezcan!". A muchos les parece fascinante el diseño conceptual y que juega a sorprender del recinto de 160 hectáreas (160 campos de fútbol) abierto al público en junio de 1992 (tras la idea puesta en marcha por el alcalde Enrique Tierno, del PSOE, y modificada por su sucesor, Agustín Rodríguez Sahagún, del CDS). Sin embargo, acaban por reconocer que en verano se achicharran y en invierno se pelan. El recinto (antes Olivar de la Hinojosa y, ahora Parque de Juan Carlos I), carece de una sombra bajo la cual esquivar el sol mesetario. Los responsables del parque piden paciencia: "Los árboles, ya crecerán". Raquel Ruiz, su directora técnica, explica que si se hubiesen plantado árboles más crecidos, al paso de ocho años tendrían un porte inferior a los que se han asentado. Y añade que lo habitual es plantar ejemplares de 1,5 metros de altura, con un perímetro de tronco de 16 centímetros, mientras que los utilizados en el parque superaban los 18 centímetros.

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Sin embargo, 24 hectáreas están ocupadas por los olivos del campo sobre el que se asienta el recinto, que no crean somra. Y de los 3.000 árboles plantados, el 24% son coníferas, con menos porte que las frondosas (76% restante)

Los árboles aún son bisoños. Raquel Ruiz replica que cada uno, dentro de unos ocho años, tendrá bajo sus copas una sombra de 113 metros cuadrados.

El domingo 23, los dos estacionamientos del recinto estaban repletos a media mañana. Ambos suman 2.600 plazas; de forma que si se calculan tres ocupantes por vehículo, los visitantes que disfrutaban de una mañana radiante sumaban 7.800. El domingo 30 hubo menos público, quizás por el puente.

El caso es que los madrileños parecen estar respondiendo a la oferta de una nueva zona verde. Y la usan de múltiples formas: por ejemplo, se han puesto de moda, las cornetas: una federación, Comevientos, pidió permiso para lanzar al aire sus ingenios. El domingo 23, se contaban hasta 10 en el aire. Ahora, la Federación de Pesca ha sugerido que los aficionados pesquen las carpas de los lagos, que se están reproduciendo como conejos. En una parte de la ría, los aficionados también practican la mininavegación a vela, con barquitos, por, control remoto. Otros acuden a contabilizar y catalogar la especies de aves del parque, que es un pequeño refugio de migratorias. Pablo Población, gerente del Campo de las Naciones, empresa mixta municipal que gestiona el parque, calcula unos dos millones de visitantes al año. Este verano, 150.000 personas acudieron a los espectáculos de agua, luz y sonido del auditorio.Números positivos aparte, un factor limita el uso del parque a los vecinos de los distritos cercanos: el transporte resulta muy limitado (véase la página siguiente). De forma que el vehículo es la principal forma de acceso, sobre todo para quienes tienen a mario1a M-40. El parque se ha convertido en la zona de esparcimiento de los barrios colindantes con esa circunvalación en el noreste de la ciudad, desde Coslada hasta el Pinar de Chamartín, pasando por Hortaleza, Ciudad Lineal, San Blas y Barajas.Cientos de automovilistas acuden con las bicicletas bien amarradas a las bacas. En el parque, la bici w la reina. Miguel, un vecino de Hortaleza, de '23 anos y empleado en un almacen, observa que la convivencia de ciclistas y peatones lleva camino de cambiar a poco cordial: "Van a tener que poner semáforos, los ciclistas llegan a las zonas (le paso angosto [puentes y caminos] a toda velocidad, y se ven muchas situaciones de peligro". Isabel, que pasea por allí a sus perras Mónica y Cuca, se queja del peligro de ser atropellados que corren los perrillos que husmean por el parque en las pocas horas de libertad que tieen a la semana. Pablo Población ha meditado sobre los ciclistas, para concluir que éste es un parque . abierto, y no creará un circuito diferenciado: "A la gente le gusta recorrerlo entero en la bici, y además el circuito quedaría restringido a los peatones". No obstante, en breve se instalarán carteles para que el público respete unas normas de, convivencia.

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Y mejor que Luz, de 35 años, no escuchase las quejas por las bicis. Esta mujer viene con su hijo, los amigos y los hijos de sus amigos, tal y como explica su compañero, un hombretón rubio con aspecto de haberse pasado su tiempo libre al aire serrrano. Todo el grupo que encabeza Luz monta su bici de montaña, incluidos los más pequeños. Y los patines van en la mochila. Ella lo explica: el Olivar de la Hinojosa tiene muchísimo más espacio que el Retiro, al que acudían antes. Ahora no faltan un solo día libre, sea verano o ínvierno. A este grupo de parejas jóvenes les han puesto el parque al lado de casa: son vecinos de Canillejas, Canillas y Pueblo Nuevo.

Vicente Herrero, de 45 años, que había sacado este domingo a su hija menor, de seis años, se ajusta al retrato: vive en Virgen del Cortijo (Manoteras), y ha decidido no volver por el Retiro: la

Los conductores acuden con las bicicletas bien amarradas a las bacas. La bici reina allí semana anterior lo intentó y no pudo aparcar, así que se dio la vuelta sin disfrutar de la mañana de domingo. Vicente plantea que éste "es un sitio para adultos", por la escasez de juegos infantiles. Los que hay se reparten en dos pequeñas isletas, algo reducido si se tiene en cuenta la extensión del parque, que se recorre en cuatro horas.

Raquel Ruiz, la directora, indica que aumentará la oferta de juegos, pero que han de estudiar propuestas para instalar artilugios que no rompan la estética y sean participativos.

Otra queja muy comentada la origina la plaga de mosquitos que invade en verano el parque -surcado por rías y cursos -de agua:- Raquel Ruiz asegura que esto sucede muy de vez en vez, y que el reciento se fumiga. El agua, apunta Población, 3.000 metros cúbicos diarios extraídos de cuatro pozos, se renueva cada cinco días, de forma que no hay tiempo para que se pudra.

Isaac Hernández y su esposa, Josefa Beato, ambo! de 54 años, acuden a dar largas caminatas todos los domingos. Sus hijos ya son mayores, y aquí disfrutan con la visión de los niños de otros jugando entre las esculturas. Son ¿le Coslada, con lo que les parece un regalo del cielo la nueva instalación. "Aquí compruebas que no hace falta tener dinero para ser feliz", dice muy ufano Isaac.

El parque Juan Carlos I se ha consolidado en los días festivos. Pero en uno laborable su visión resulta tristona. El jueves, entre las tres y las cuatro de la tarde, tan sólo había dos personas paseando y cuatro haciendo deporte..., aparte de los coches de la empresa de seguridad encargada de su custodia. En una tarde plomiza como aquélla, reforzada por el cemento y el hormigón de las construcciones, puentes y paseos, uno de los dos visitantes comentaba: "No es un parque para escribir versos, precisamente". Al menos hasta que los árboles lo rieguen de sombra.

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