El príncipe de Gales quiere una monarquía más barata

Mucho antes de que la última oleada de escándalos sacudiera los cimientos de la monarquía británica, el virtual heredero de la Corona, el príncipe Carlos de Inglaterra, ya se había planteado reducir costes y rebajar el perfil de los personajes reales secundarios. Hace más de dos años que comunicó a los miembros de su real casa la necesidad de adaptar los gastos de la monarquía y su papel a los nuevos tiempos, según revelaba ayer The Sunday Times, en la última entrega de la serialización de la biografía Carlos de Gales, escrita por Jonathan Dimbleby.

La única posibilida...

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Mucho antes de que la última oleada de escándalos sacudiera los cimientos de la monarquía británica, el virtual heredero de la Corona, el príncipe Carlos de Inglaterra, ya se había planteado reducir costes y rebajar el perfil de los personajes reales secundarios. Hace más de dos años que comunicó a los miembros de su real casa la necesidad de adaptar los gastos de la monarquía y su papel a los nuevos tiempos, según revelaba ayer The Sunday Times, en la última entrega de la serialización de la biografía Carlos de Gales, escrita por Jonathan Dimbleby.

La única posibilidad de supervivencia de la Vieja institución con vistas al próximo siglo residía para Carlos en desmantelar parte del oropel y el boato que rodea a la casa de Windsor y sus figuras secundarias, ligadas sólo indirectamente al trono. Menos palacios y más impuestos, entendió el príncipe que reclamaba un país hastiado de culebrones y de pagar de su bolsillo el mantenimiento de un esplendor trasnochado.

La última entrega de la biografía del príncipe rebaja el tono de escándalo alcanzado por los dos primeros capítulos, en los que Carlos de Gales se empleaba a fondo en el relato de sus desventuras de infancia, adolescencia matrimonio y en sus amores extraconyugales. Unas confidencias que han hecho estragos en la estima popular hacia la casa de Windsor y han estimulado los todavía débiles sentimientos republicanos británicos. Precisamente ayer, el periódico líder en venas en el Reino Unido -desconados los tabloides-, el Sunday Telegraph, dedicaba dos páginas a la "ejemplar" familia real española, en contraposición a la británica.

La Casa de Borbón y su relavamente modesto presupuesto, la ausencia de una corte y el pequeño palacio donde residen los Reyes son motivo de asombro para los británicos. La simplicidad de la vida en La Zarzuela y el comportamiento discreto de los Reyes despiertan cierta envidia. "En La Zarzuela", escribe el periodista de The Sunday Telegraph, "el aire de calma [de los asistentes reales] no es una simple pose. La razón es sencilla: al contrario que nuestra propia familia real, la monarquía española está, efectivamente, bajo control". Y no sólo los Reyes, sino sus hijos, mantienen, según el autor del reportaje, "la máxima española de que en boca cerrada no entran moscas. Una máxima aprendida por don Juan Carlos en los tiempos de Franco, cuando una simple frase inadecuada podía haberle costado el trono".

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