La policía de Alcorcón tardó 4 horas en quitar unos grilletes

Raúl V. V., de 19 años, es especialista en abrir las cerraduras de los vehículos, pero se le resisten las de los grilletes. El jueves pasado, después de ser detenido, intentó zafarse sin éxito de las esposas en el trayecto a la comisaría de Alcorcón. Ya en los calabozos, la policía se encontró ante una cerradura tan inutilizada como tozuda. Tardaron cuatro horas en liberar al detenido de los grilletes después de probar buen número de sistemas.La Policía Municipal, alertada por un vecino, había detenido al sospechoso en la avenida de Cantarranas, en Alcorcón (140.000 habitantes), acusado de rob...

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Raúl V. V., de 19 años, es especialista en abrir las cerraduras de los vehículos, pero se le resisten las de los grilletes. El jueves pasado, después de ser detenido, intentó zafarse sin éxito de las esposas en el trayecto a la comisaría de Alcorcón. Ya en los calabozos, la policía se encontró ante una cerradura tan inutilizada como tozuda. Tardaron cuatro horas en liberar al detenido de los grilletes después de probar buen número de sistemas.La Policía Municipal, alertada por un vecino, había detenido al sospechoso en la avenida de Cantarranas, en Alcorcón (140.000 habitantes), acusado de robar un radiocasete de una furgoneta. No era la primera vez. Según la propia Policía Municipal, sus antecedentes por hurto de aparatos de radio son considerables.

Los agentes intentaron abrir las esposas con ganzúas intervenidas a otros detenidos, llaves de todas las marcas y modelos correspondientes a otros grilletes sin lograr liberarle. Se pensó entonces en utilizar una cizalla [similar a una enorme tijera] de las que lleva la Policía Municipal en sus coches. "La cizalla medía un metro y pico, el detenido estaba tumbado en el suelo, cuatro policías haciendo fuerza y no había forma", relata el jefe de la Policía Municipal de Alcorcón.

La policía llamó a un cerrajero de Madrid que tampoco pudo hacer nada. Desesperados, las dos patrullas municipales y los cuatro agentes de la Policía Nacional pensaron en llamar a los bomberos. "La situación no era para menos: llevaba cuatro horas y al detenido no le podían quitar las esposas", añade Moro.

Todo acabó cuando un agente logró abrir la cerradura de las esposas con un gancho, manipulando el sistema con paciencia.

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