Cartas al director

Ateneo de Madrid

Como es sabido, el Ateneo lleva a cabo obras que se prolongan un año y otro, sin que la junta de gobierno haya informado nunca de plazos, costes, etcétera. En esta oscuridad se hizo algo de luz el 20 de mayo pasado, cuando el entonces contador, señor Roger, denunció que el resto de la directiva había informado falsamente a la empresa constructora (Construcción y Gestión de Servicios, SA) de que el Ateneo había pedido un crédito de 150 millones de pesetas para pagar sus deudas con dicha empresa. Esto era un claro intento de engaño a la empresa, pues la directiva no puede pedir tal crédito sin a...

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Como es sabido, el Ateneo lleva a cabo obras que se prolongan un año y otro, sin que la junta de gobierno haya informado nunca de plazos, costes, etcétera. En esta oscuridad se hizo algo de luz el 20 de mayo pasado, cuando el entonces contador, señor Roger, denunció que el resto de la directiva había informado falsamente a la empresa constructora (Construcción y Gestión de Servicios, SA) de que el Ateneo había pedido un crédito de 150 millones de pesetas para pagar sus deudas con dicha empresa. Esto era un claro intento de engaño a la empresa, pues la directiva no puede pedir tal crédito sin aprobación de la junta de socios, que ni siquiera se había solicitado. De no haber mediado la oportuna denuncia del contador, el asunto podría haber concluido en el engaño a algún banco, creando una situación de muy difícil arreglo. Se supo entonces que la junta de Gobierno había endeudado al Ateneo en 180 millones de pesetas.La denuncia del contador obligó a la directiva a convocar junta de socios que aprobase la petición del préstamo. Dicha junta fue convocada irregularmente, notificándose de ella a los ateneístas el día anterior y el mismo (5 de julio) en que se celebraría, cuando los estatutos del Ateneo exigen que con cuatro días de antelación se exponga a los socios la documentación pertinente. Por supuesto, no había documentación alguna a disposición de nadie. La junta de socios no tuvo quórum a la hora prevista. Se celebró de todas formas, y en ella se demostró que los directivos ignoraban las condiciones e intereses del crédito a solicitar (¡!). Se aplazó entonces la decisión hasta que trajesen la información adecuada, lo que todavía no ha ocurrido.

El mero relato de estos hechos muestra en qué manos ha caído el Ateneo. Si el préstamo llegara a pedirse, se gravaría el porvenir de la institución. Ya en otras ocasiones ha cometido esta junta irregularidades muy serias, desdeñando las protestas de numerosos ateneístas. Pero en esta ocasión es el futuro del Ateneo lo que está en juego, y no puede consentirse una nueva burla del reglamento y del espíritu de un gran centro histórico de cultura como es éste. Al publicar los hechos queremos adelantarnos a un posible hecho consumado que tendría muy difícil vuelta atrás.-

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