Marín y Oreja temen perder influencia en la nueva Comisión Europea

Se pensaron que por ser los primeros iban a ser mejor servidos, pero probablemente no será así. A principios del verano, mucho antes que otros Gobiernos europeos, el Ejecutivo español ya tenía definitivamente decidido mantener al socialista Manuel Marín y al popular Marcelino Oreja en la nueva Comisión Europea, que a partir del 6 de enero de 1995 presidirá el luxemburgués Jacques Santer.

Oreja sustituyó en mayo a Abel Matutes en Bruselas con la condición de seguir formando parte de la siguiente Comisión. Marín, en cambio, lleva ya nueve años en ese cargo. El presidente Felipe González b...

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Se pensaron que por ser los primeros iban a ser mejor servidos, pero probablemente no será así. A principios del verano, mucho antes que otros Gobiernos europeos, el Ejecutivo español ya tenía definitivamente decidido mantener al socialista Manuel Marín y al popular Marcelino Oreja en la nueva Comisión Europea, que a partir del 6 de enero de 1995 presidirá el luxemburgués Jacques Santer.

Oreja sustituyó en mayo a Abel Matutes en Bruselas con la condición de seguir formando parte de la siguiente Comisión. Marín, en cambio, lleva ya nueve años en ese cargo. El presidente Felipe González barajó la posibilidad de reemplazarle por su ex ministro de Economía Carlos Solchaga-también pensó en éste para la dirección de la Organización Mundial de Comercio-, pero desistió por temor a ser acusado de premiar a uno de los responsables de la corrupción y para intentar no perder la vicepresidencia del órgano ejecutivo de la Unión Europea (UE) que ostenta Marín, indican fuentes diplomáticas.Convencido de que la veteranía es un grado, Marín desea conservar su cartera de relaciones con el Tercer Mundo, la que más le ha interesado de las tres que ha desempeñado, o ambiciona incluso alguna más importante, como Presupuestos, a la que ya aspiró en 1989.

Oreja anhela, por su parte, un cargo acorde con sus conocimientos en materia de política internacional; también estaría dispuesto a encargarse de preparar la reforma institucional de 1996 y, en el peor de los casos, se conformaría con sus actuales atribuciones en materia de Transportes y Energía, a pesar de que -se asegura en Bruselas- no le resultan atractivas. "Será difícil que sus sueños se hagan realidad", comenta uno de sus colaboradores.

Para discutir con González de sus ideas de reestructuración de la Comisión y del reparto de carteras, su nuevo presidente, el luxemburgués Jacques Santer, llega mañana a Madrid. Su tarea se anuncia harto difícil, porque carece de la experiencia y de la autoridad de su predecesor, Jacques Delors; tendrá que ampliar el número de carteras de 17 a 20 o 21 para dar satisfacción a los nuevos Estados miembros, y deberá, por último, lidiar con algunos pesos pesados que desembarcarán en Bruselas con grandes pretensiones.

González le dirá, probablemente, que España no quiere perder peso en la institución, y le pedirá que ayude a Marín a ser reelegido por sus homólogos como número dos de la Comisión para reequilibrarla así un poco hacia el sur tras el ingreso de nuevos socios nórdicos.

El jefe del Ejecutivo no desea en ningún caso que los dos españoles se conviertan de nuevo, como sucedió hasta que Matutes cambió de cartera, en "comisarios de ultramar", una expresión empleada en Madrid al lamentarse de que sus constantes viajes les obligasen a desatender los asuntos internos de la UE en los que se juegan de verdad los intereses españoles.

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España, poco representada

El desenlace de esta batalla es tanto más importante para el Gobierno español cuanto que la falta de una política de selección y apoyo a candidatos españoles hace que España esté subrepresentada entre la alta jerarquía de la Comisión y que sus comisarios deban esforzarse más de la cuenta por enmendar propuestas perjudiciales que emanan de las direcciones generales.

La pelea del reparto del pastel se anuncia difícil por el peso de sus protagonistas. Francia ha nombrado este mes comisarios a la ex primera ministra socialista Edith Cresson y al tecnócrata conservador Yves Thibault de Silguy, asesor del primer ministro, y reivindica nada menos que las carteras de Relaciones Comerciales y de Competencia, que desempeñan, respectivamente, el conservador británico eon Brittan, frustrado presidente de la Comisión, y el belga Karel van Miert.

El Reino Unido enviará a Bruselas al ex líder laborista Neil Kinnock, que está dispuesto a intentar robar la cartera de Marín, según reveló el diario The Guardian y confirman diversas fuentes. El comisario alemán de Industria, Martin Bangemann, no cree que lo logre. "Los que nos quedamos conservaremos nuestras competencias", asegura pensando en él mismo.

Alemania nombró además el viernes a la prestigiosa líder del sindicato de la función pública, Monika Wulf-Mathes, socialdemócrata, que aspira a hacerse cargo de los asuntos sociales, ahora bajo la responsabilidad del irlandés Padraig Flynn.

Empeñado en que su país sea indemnizado por el veto británico al nombramiento del primer ministro de Bélgica, Jean Luc Dehaene, al frente del órgano ejecutivo de laUE, el comisario belga desea ampliar sus competencias.

Otro tanto sucede con Holanda, que busca compensaciones al fracaso de su jefe de Gobierno, Ruud Lubbers, en su intento de suceder a Delors. Los nuevos miembros escandinavos también reclaman ya su parcela de poder, aunque sólo tras los referendos designarán a sus comisarios.

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