Parlamento de bocinas

Las bocinas de El Cairo son una forma de democracia. Los conductores participan en el caótico tráfico de cada día haciendo sonar sus cláxons a la menor oportunidad. El estruendo de los automóviles se mezcla con las voces de los vendedores y las melopeas de los almuédanos, que los altavoces propagan sin cesar desde lo alto de los mil alminares que coronan la capital egipcia, un enjambre de 16 millones de almas, acaso el mejor lugar de encuentro para la Conferencia Mundial sobre la Población, que abre sus puertas el próximo 5 de septiembre. No en vano la bomba demográfica es uno de los mayores p...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Las bocinas de El Cairo son una forma de democracia. Los conductores participan en el caótico tráfico de cada día haciendo sonar sus cláxons a la menor oportunidad. El estruendo de los automóviles se mezcla con las voces de los vendedores y las melopeas de los almuédanos, que los altavoces propagan sin cesar desde lo alto de los mil alminares que coronan la capital egipcia, un enjambre de 16 millones de almas, acaso el mejor lugar de encuentro para la Conferencia Mundial sobre la Población, que abre sus puertas el próximo 5 de septiembre. No en vano la bomba demográfica es uno de los mayores peligros a los que se enfrenta el régimen de Hosni Mubarak. Si ninguna política lo impide, Egipto duplicará su población a comienzos del próximo siglo, mientras el crecimiento económico permanecerá en su estado actual. Y eso si el turismo, que ha decrecido en más de un 40% en los dos últimos años de lucha entre el integrismo y el régimen, no acaba de hundirse.Mubarak, que sucedió a Anuar el Sadat, abatido por balas integristas en octubre de 1981, ha tenido que oír desde las mezquitas más pobres lo que no consiente desde un Parlamento fabricado a la medida de sus necesidades políticas: la oposición laica es decorativa y el ramillete de diputados de los Hermanos Musulmanes, pura hojarasca.

Más información

Los Hermanos Musulmanes, el movimiento islamista que mayor infiltración ha logrado entre las capas medias de la población, sigue en la sombra de la ilegalidad.

De momento, los islamistas radicales están muy lejos del apoyo que movimientos hermanos han alcanzado en países como Argelia. Egipto procede de una tradición sunita, netamente diferenciada de la shií revolucionaria, que triunfó en Irán. Es un Islam que todavía busca su camino entre turismo y bocinas. Egipto es uno de los pocos países musulmanes que permite que los infieles compartan con los devotos los alfombras de la oración. Es parte de las iniciativas turísticas locales, pero también da una idea de lo lejos que del radicalismo islámico están la mayoría de los hijos del Nilo.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En