Zapatistas contra el PRI

Los indígenas de las zonas de conflicto de Chiapas deciden votar para impedir el triunfo del partido gubemamental

Una enorme serpiente humana recorre el zócalo (plaza mayor) de Ocosingo. Hombres con botas puntiagudas, pantalones ceñidos y sombrero blanco, mestizas vestidas de domingo, indias con los bebés colgando de un rebozo y militares sin armas esperan bien apretaditos a que la mesa electoral instalada a la sombra de un árbol se abra de una vez. Lleva ya una hora de retraso.Ocosingo, puerta de la Selva Lacandona, guarda aún las cicatrices de los sangrientos combates de enero, cuando el Ejército mexicano retomó su control de manos de la guerrilla zapatista, que se acababa de alzar en armas.

El p...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Una enorme serpiente humana recorre el zócalo (plaza mayor) de Ocosingo. Hombres con botas puntiagudas, pantalones ceñidos y sombrero blanco, mestizas vestidas de domingo, indias con los bebés colgando de un rebozo y militares sin armas esperan bien apretaditos a que la mesa electoral instalada a la sombra de un árbol se abra de una vez. Lleva ya una hora de retraso.Ocosingo, puerta de la Selva Lacandona, guarda aún las cicatrices de los sangrientos combates de enero, cuando el Ejército mexicano retomó su control de manos de la guerrilla zapatista, que se acababa de alzar en armas.

El palacio municipal es todavía un viejo fantasma herido por los disparos y oscurecido por el fuego. Ahora convalece forrado de andamios. Los balazos también decoran los cristales del pequeño hospital. Pero la huella más profunda no es visible: anida en forma de terror en el cuerpo de sus 30.000 habitantes, que no han olvidado los seis días de tiros y bombazos, ni los manchurrones de sangre en el suelo del mercado, ni las decenas de muertos, cuyo número exacto nadie sabe.

Más información

"Con las elecciones, el miedo ha vuelto a aflorar, gracias también a una campaña de intimidación por parte del PRI. A romper ese clima ayudó mucho la celebración, hace tres días, de la fiesta patronal. Con ella llegaron los puestos, los juegos, y la gente se animó a salir", comenta con enojo Jorge Trejo, uno de los tres dominicos de Ocosingo. Los sacerdotes conviven desde hace años con el rechazo de la población mestiza, que les acusa de soliviantar a los indios.

El resultado de la elección en está ciudad de ganaderos es previsible. "Ganará el PRI, como en el resto del Estado. No queremos que pierda el poder. Sería el caos. Estamos en una situación líniite", dice un propietario de tierras.

El vaticinio parece impecable si se echa un vistazo a los increíbles resultados de las elecciones de 1988. Chiapas, hoy Estado de alto riesgo, respaldó al entonces candidato del PRI, Carlos Salinas, con un 89% de los votos, el porcentaje más alto del país. En Ocosingo la cifra llegó al 95%. El catálogo del fraude fue surtido: desde la suplantación de interventores hasta el exceso de papeletas pasando por el traslado de urnas a dependencias municipales o el sufragio de menores de edad.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Pero en estas elecciones hay un elemento nuevo: el voto en las comunidades indígenas de la zona de conflicto, tradicionalmente abstencionistas, donde se esperaba una participación masiva. "En la última década la consigna era no votar, como muestra del rechazo al sistema. Ningún partido se aventuraba a entrar. Mucha gente vota hoy por primera vez", explica el padre Trejo.

Hasta 40 comunidades de la zona zapatista, el! los municipios de Ocosingo, Altamirano y Las Margaritas, llegaron el viernes las urnas y el material electoral en manos de la Cruz Roja, como si de un equipo de salvamento se tratara. Con ellos, unos 60 capacitadores y 90 observadores, 30 de ellos extranjeros. Unas 30.000 personas (el 1,6% de los votantes de Chiapas) están en el censo electoral. La afluencia a las urnas se convierte, para la oposición, en la mejor arma contra el fraude.

"Tras el llamamiento del Ejército Zapatista para ir a las urnas, las comunidades indígenas van a votar, y lo van a hacer en contra del PRI", comenta un militante del Partido de la Revolución Democrática (PRD), cuyo candidato a la gobernatura de Chiapas, el periodista Amado Avendaño, herido recientemente en un oscuro accidente de tráfico, es también candidato de la sociedad civil y próximo a las tesis del EZLN.

La opción indígena no puede ser más distante de la mestiza: Edgar Robledo, candidato del PRI, fue secretario de Absalón Castellanos, ex gobernador de Chiapas de triste memoria secuestrado por los zapatistas durante el alzamiento. A Robledo se le conoce como Custer, en recuerdo del famoso general norteamericano azote de los indios... y víctima al final de ellos.

Archivado En