Tribuna:OPERACIÓN 'FONDOS RESERVADOS' ROLDÁN, NI VIVO NI MUERTO / 17

Hay que empezar a comer de verdad

Desde niño le habían horrorizado las cloacas, escenarios tenebrosos donde los hombres van al encuentro de su propia mierda y del miedo a ser ratas. Pero era su norma vencer los prejuicios, y había conseguido degustar hígado de pato Sin pasar por la educación previa de probar bocado de hígados menos comprometidos, como el de cordero. Así que, Biscúter se acercó a la boca de cloaca zaragozana por la que había desaparecido el supuesto Roldán y la primera dificultad consistió en desencajar la tapadera. En vano metía su dedito más presentable por el orificio central, lo doblaba y tiraba sin consegu...

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Desde niño le habían horrorizado las cloacas, escenarios tenebrosos donde los hombres van al encuentro de su propia mierda y del miedo a ser ratas. Pero era su norma vencer los prejuicios, y había conseguido degustar hígado de pato Sin pasar por la educación previa de probar bocado de hígados menos comprometidos, como el de cordero. Así que, Biscúter se acercó a la boca de cloaca zaragozana por la que había desaparecido el supuesto Roldán y la primera dificultad consistió en desencajar la tapadera. En vano metía su dedito más presentable por el orificio central, lo doblaba y tiraba sin conseguir otra cosa que casi perder el dedo. Pero, cercano un contenedor, entre basuras consiguió encontrar un tubo de hierro que le sirvió para hacer palanca y emplear a continuación su pie más atrevido e impedir que la tapadera en su caída volviera a sellar la sima. Lo consiguió a costa de una cojera que le duraría lo que el resto de su estancia en Zaragoza, e imponiéndose al dolor, venció la tapa y el miedo al descenso. Una escalerilla metálica incrustada en la pared del pozo le permitió bajar hasta un primer nivel en la justa penumbra que permitía la relativa cercanía de la farola de la calle. Adaptados sus ojos a la oscuridad y sus narices a un olor a mierda suave, lenta y dulce, mierda disentérica más líquida que sólida, vio claridades al final del túnel y hacia ellas avanzó por estrechas aceras que enmarcaban un río invisible al que temía como si se sintiera fatalmente atraído. Fue una victoria psicológica y moral llegar a las claridades, porque allí el escenario era visible y casi con bellezas de ilustración dé novelas subterráneas. Las aceras se ensanchaban, las aguas parecían inocentes, aunque oscuras, salvo en el momento de caer desde una catarata para formar remolinos viscosos y espumantes. Más allá de la catarata se agrandaba y empequeñecía una sombra humana, como si al compás de los pasos y de una linterna cambiara de estatura. Se puso Biscúter a su estela y cuando tuvo al hombre en su campo de mira le agradeció que fuera el supuesto Roldán y no haber descendido en balde a aquellos inflemos pestilentes. Dobló Roldán una esquina y se introdujo por una hendidura ojival, y lo mismo hizo Biscúter para descubrir que más allá de la ojiva, las cloacas desaparecían y el escenario se parecía a los sótanos de la Casa de la Ciudad de Barcelona, unas muy di1niinuidas ruinas romanas. Estaba entre arqueologías de catacumbas y el. secano le tranquilizaba, así como la esperanza de encontrar otra salida al final del seguimiento que no requiriera desandar lo andado. Pero tuvo que esconder la escasez de su cuerpo, porque el hombre se había detenido y la luz de su linterna se cruzaba con la de otra linterna, y dos hombres más totalizaron la reunión. Las voces reverberaban y Biscuter tuvo que acercarse para entender lo que decían.-Hay que empezar a comer de verdad.

Dijo el supuesto Roldán.

-Déjate de jugar a las consignas. Aquí podemos hablar tranquilamente.

Una de las linternas fue encajada en un nicho, y el haz de luz circunscribió a los tres tertulianos. Biscúter recurrió a la sangre fría de su pasado anfibio- lo había leído en un suplemento dominical de La Vanguardia- para no emitir uno de esos grititos que tanto perjudican en situaciones en las que más se debiera callar. ¡Eran tres Roldanes! A tan escasa luz dificil era encontrar lo que les diferenciaba y asombrosas las concordancias entre sus rasgos, gestos, poses, voces.

-El cerco se estrecha.

El Roldán que así hablaba era el que había humillado a Biscúter en los futbolines y siguió humillándole.

-Ya envían a cualquier cosa. Esta noche se ha atrevido un alfeñique a presentarse en los futbolines del Plata a preguntarme con toda la cara si yo era el Roldán que estaba bajo orden de busca y captura. Me lo he sacado de encima como he podido...

-Cada uno de nosotros podría contar historias parecidas. Nos contrataron para esto y no fue mal contrato. Lo único realmente desagradable es el lugar de citas.

-Me gustaría saber en qué lío esamos metidos... quién mueve los hilos y para qué...

El de los futbolines estaba preocupado e indignado.

-Además, el alfeñique ese me ha chafado un plan con una titi. Ella ha reprochado el haberle humillado, porque le he dado un billete al feto y le he dicho: "¡Vete de putas ... !". "Pues yo me voy a ligar con gente normal, en la discoteque del Corona de Aragón... ". Me ha dicho la titi, con muy mala follá.

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