Tribuna:OPERACIÓN 'FONDOS RESERVADOS' ROLDÁN, NI VIVO NI MUERTO / 8

La mujer oculta de Torre España

Sonaron todos los pitidos posibles y dos guardias de seguridad se le acercaron disuasorios. Carvalho se vació de metales, pero el pitido siguió denunciándoles.-¿Lleva pastillas?

-Una farmacia.

El guardia le instó a que dejara en una bandeja todas las pastillas indicadas y contraindicadas que llevara en los bolsillos.

-Todo bajo control.

Una vez superada la hostilidad de la máquina y el desdén de aquellos mozos nacidos para ser guardias privados de una entidad pública, Televisión Española, Carvalho se dio cuenta de que no había pasado lo peor. María Lucerna no existí...

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Sonaron todos los pitidos posibles y dos guardias de seguridad se le acercaron disuasorios. Carvalho se vació de metales, pero el pitido siguió denunciándoles.-¿Lleva pastillas?

-Una farmacia.

El guardia le instó a que dejara en una bandeja todas las pastillas indicadas y contraindicadas que llevara en los bolsillos.

-Todo bajo control.

Una vez superada la hostilidad de la máquina y el desdén de aquellos mozos nacidos para ser guardias privados de una entidad pública, Televisión Española, Carvalho se dio cuenta de que no había pasado lo peor. María Lucerna no existía. Ni siquiera reduciéndola a Maruja, Maru, Mari, Ma... no salían las cuentas de personal y fueron convocados uno de los más antiguos de la plantilla de TVE y otro de los más nuevos, por si se trataba de una antiquísima empleada o de una recién contratada provisional.

-¡María Lucerna!

Evocó finalmente un ex presentador de telenoticias anteriores a la inauguración del Valle de los Caídos, en 1959. Empezó a soñar el pobre hombre...

-Soltanto la vita, / soltanto i tuoi occhi.

Una furtiva lágrima desbordó el lagrimal agrietado del veterano.

-La emoción. Era una hermosa mujer que trabajaba en los departamentos de documentación. Italiana de origen, pero creo recordar que murió poco después de que Franco nombrara sucesor a Juan Carlos... o no... fue después de la voladura de Carrero.

Hubo cierto debate al respecto y la noticia de que había una desaparecida en Torre España ya había llegado a los más altos pisos, donde los estados mayores discutían si los iba a echar el Gobierno del PSOE para aplacar a las derechas o los echarían las derechas para aplacarse a sí mismas cuando vencieran al Gobierno del PSOE. Una tercera hipótesis era que una vez las derechas en el poder les conservarían el puesto para molestar al PSOE.

-Tantos años insistiendo para que nos echen y luego nos ratifican. ¡Atención al dato! ¡Fino, finísimo!

Pero el optimista fue rodeado de melancolía y reducido al silencio. Tal vez para salir del clima de pesimismo que convocaba nubes en torno de los más altos pisos del edificio, el mismísimo director general, Ramón Colom, se aplicó a solucionar el misterio de María Lucerna. Se puso al frente de una comitiva a la que abrían paso los guardias de seguridad y la cerraba Carvalho, complacido con el embrollo que había armado. -Seamos a la vez deductivos e inductivos -propuso Colom.

-Si era una documentalista, cuando se trasladaron estos servicios de Prado del Rey, ¿dónde se instalaron?

Hasta los guardias.de seguridad elogiaron la perspicacia del director. En los despachos de documentación no sabían quién era María Lucerna.

-Como no sea esa vieja que le canta al periquito.

Y a por la vieja fueron. La puerta de su despacho angular y casi inadvertible a simple vista se abrió y ante la comitiva apareció una anciana rodeada de fastuosas telarañas diríase que tejidas con lanzadera. La mujer le cantaba a un periquito de cabecita perspicaz asomado a las rejas de su jaula.

-Al veintidue / sognabo / ormai l'amore / con un fascista / magro d'oltre Poo...

Los ojos azules de la anciana pararon los pies a la comitiva detenida en el dintel.

-¿María Lucerna?

Preguntó Colom. La anciana asintió con coquetería, como si lo aceptara, pero no del todo.

-¡María, estás viva!

Exclamó conmovido el presentador reliquia.

-¿Ha cobrado usted todas las pagas... las cinco anuales ... ? ¿Sigue en nómina?

Demandó el director general, pero la mujer tenía otras curiosidades.

-Yo siempre he cobrado con fondos reservados. ¿Son ustedes flechas negras?

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