Cartas al director

Opiniones de una parte

Mi más expresiva felicitación por la. difusión del asunto relacionado con sus buenos clientes publicitarios; su buena disposición por la buena libertad y solidaridad con los miles de clientes suyos que compramos EL PAÍS. con el equilibrio moral del contenido de las frases cerrado por decreto, "las empresas afectadas anuncian reducciones de personal" (el contubernio del. miedo, ¡qué vergüenza!). Las declaraciones en dos páginas de su estimable diario (con lo cara que es la publicidad en EL PAÍS) de destacados ejecutivos de cuatro dignísimas empresas que manifiestan que trabajadores con c...

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Mi más expresiva felicitación por la. difusión del asunto relacionado con sus buenos clientes publicitarios; su buena disposición por la buena libertad y solidaridad con los miles de clientes suyos que compramos EL PAÍS. con el equilibrio moral del contenido de las frases cerrado por decreto, "las empresas afectadas anuncian reducciones de personal" (el contubernio del. miedo, ¡qué vergüenza!). Las declaraciones en dos páginas de su estimable diario (con lo cara que es la publicidad en EL PAÍS) de destacados ejecutivos de cuatro dignísimas empresas que manifiestan que trabajadores con convenios de ocupación de 35-40 horas semanales no tienen tiempo de comprar "esas colas del ocio y de la cultura" en establecimientos que está, cuanto menos, 72 horas abiertos en la semana. EL PAÍS acoge, porque es su obligación, las opiniones de una parte y las magnifica con titulares bienintencionados.Para qué explicarle indefensiones, competencias desleales basadas en publicidades engañosas que se publican. ¿Para qué?

Lo que cuenta es el desarrollo, aún más, del desarrollado; la potencia de todo tipo del que, aún, tiene toda la potencia; que se oiga únicamente la voz majestuosa de quien habla solo. Qué extensión en las manifestaciones de estos cuatro señores.

EL PAÍS es grande, económicamente, porque cientos de miles de españoles ilusionados compramos sus páginas. Estos cientos de miles de afectados por decretos, gracias, presiones y matrimonios económicos no tienen otra opción para estar informados y saber la catadura de algunas gentes que comprar EL PAÍS u otros.

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La flaccidez de la impotencia nos llena de un sueño profundo, de una gran indiferencia, de un gran desdén. Sabemos que en esta cacería somos las piezas a cobrar.-

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