El campamento protesta de Amper cumple mes y medio

Gran parte de los últimos 241 despedidos de Amper Telemática de Getafe (142.000 habitantes) permanecen acampados frente a la puerta de la empresa desde el pasado 20 de mayo. Este grupo protesta porque considera que su despido fue "antinatural, ya que la empresa tiene trabajo para aburrir", según asegura Felipe Gamboa, portavoz de los acampados. Los trabajadores denuncian que Amper les adeuda tres mensualidades de 1993, otras dos del presente año y la mayor parte de la indemnización. Amper ha reducido su plantilla de 1.400 a poco más de doscientos trabajadores en apenas dos años, debido "al gr...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Gran parte de los últimos 241 despedidos de Amper Telemática de Getafe (142.000 habitantes) permanecen acampados frente a la puerta de la empresa desde el pasado 20 de mayo. Este grupo protesta porque considera que su despido fue "antinatural, ya que la empresa tiene trabajo para aburrir", según asegura Felipe Gamboa, portavoz de los acampados. Los trabajadores denuncian que Amper les adeuda tres mensualidades de 1993, otras dos del presente año y la mayor parte de la indemnización. Amper ha reducido su plantilla de 1.400 a poco más de doscientos trabajadores en apenas dos años, debido "al gran número de subcontratas que cubren el trabajo de forma precaria", afirma Gamboa. Los 241 despedidos se encerraron en la factoría el pasado 20 de mayo, de donde fueron desalojados por la policía. Una vez fuera, acamparon ante las puertas de Amper para reclamar su puesto de trabajo.

En el particular campamento, que ya dura 45 días, "los días se hacen muy largos", pero las noches se acortan con tertulias que duran hasta el amanecer. El pasado sábado, la velada finalizó sobre las cinco, después de celebrar una cena a base de langostinos, chorizo y tortilla con "dinero que hemos reunido entre todos", apostillan.

Las primeras horas de la trasnochada se iniciaron con una improvisada sesión de flamenco a cargo de dos trabajadores, procedentes de Jaén y Málaga. El pique se vio acompañado por el coro que formaron los demás sentados en un amplio corro.

La mayor parte de los concentrados se introdujo en las tiendas de campaña o en los coches para dormir sobre las dos de la madrugada. Los pocos que quedaron en pie se dedicaron entonces a hablar sobre la situación de la empresa. Salieron a relucir las tensiones con las familias que "en ocasiones flaquean porque ya son muchos días durmiendo fuera de casa". Paco Vázquez, un minusválido de 48 años, la mitad de ellos trabajando en la fábrica getafense, asegura: "Lo que peor llevamos es ver que pasan 100 camiones cada mañana a llevarse nuestro trabajo".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En