Un chino muere a navajazos en una pensión

La pensión Menghua-Xu (Bravo Murilló, 292, primero izquierda, seis habitaciones, baño y cocina) se convirtió ayer en una tumba para uno de sus numerosos clientes. El hombre, de ojos rasgados, murió a navajazos. Lo mató a las ocho de la mañana un, compatriota, también huésped, tras una reyerta, según informó la Jefatura Superior de Policía.El móvil y sus causas permanecían ayer en la oscuridad, al igual que la identidad de la víctima y el paradero del homicida.

De este silencio apenas emergían algunos detalles, como que el agresor había huido por una ventana. El fugitivo saltó, se...

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La pensión Menghua-Xu (Bravo Murilló, 292, primero izquierda, seis habitaciones, baño y cocina) se convirtió ayer en una tumba para uno de sus numerosos clientes. El hombre, de ojos rasgados, murió a navajazos. Lo mató a las ocho de la mañana un, compatriota, también huésped, tras una reyerta, según informó la Jefatura Superior de Policía.El móvil y sus causas permanecían ayer en la oscuridad, al igual que la identidad de la víctima y el paradero del homicida.

De este silencio apenas emergían algunos detalles, como que el agresor había huido por una ventana. El fugitivo saltó, según el testimonio de un vecino, desde una altura de cinco metros sobre unos contenedores de basura del patio interior. Después se deslizó hasta el inmueble contiguo. La pista se perdía allí. La policía -que detuvo al resto de huéspedes- sospechaba que podía estar herido.

La pensión china abrió hace aproximadamente un año. Los vecinos recordaban a la víctima como un huésped "nuevo". "Por las noches, él y sus compañeros armaban ruido. Jugaban a una especie de dominó con fichas verdes. Por el día, no hacían más que fumar y estar tumbados", recordaba una inquilina.

Ayer, al mediodía, un hombre y una mujer chinos coincidieron en la puerta de la pensión. Llamaron. No había nadie.

La mujer, con la cara golpeada y la camisa rasgada, no quería hablar. Solamente meneaba la cabeza. En sus ojos asomaban algunas lágrimas. El hombre, con una bolsa deportiva verde en la mano, tampoco quiso decir nada. Se mostró sorprendido al conocer el homicidio. Después se marchó.

La ventana por la que saltó el supuesto homicida mostraba una habitación de paredes desconchadas, con un taburete, dos colchones, y unas camisas colgadas de un clavo. También se veía una maleta negra y cerrada.

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