Un buen día para hacer el amor

Los jugadores que tenían pareja se perdieron, los solteros aprovecharon para hacer turismo

La sede de la concentración es una riada de gente. Han aparecido directivos de la federación. Son unos 40 y se juntan en una cena. Presidentes de clubes aprovechan la ocasión para intentar cambiar cromos. Los personajes populares departen entre ellos. Karlos Arguiñano se ha instalado en el asador y sirve media docena de entrecotes para chuparse los dedos. Los futbolistas aprovechan el revuelo general para perderse. Tienen permiso de Javier Clemente para viajar a Chicago con sus mujeres. Unos más impacientes utilizan una limousine, aunque hay un inmenso autocar a disposici...

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La sede de la concentración es una riada de gente. Han aparecido directivos de la federación. Son unos 40 y se juntan en una cena. Presidentes de clubes aprovechan la ocasión para intentar cambiar cromos. Los personajes populares departen entre ellos. Karlos Arguiñano se ha instalado en el asador y sirve media docena de entrecotes para chuparse los dedos. Los futbolistas aprovechan el revuelo general para perderse. Tienen permiso de Javier Clemente para viajar a Chicago con sus mujeres. Unos más impacientes utilizan una limousine, aunque hay un inmenso autocar a disposición de las parejas que quieran ir a la ciudad. La partida del autocar es saludada por un futbolista sin novia con una frase que deja huella: "Se va el autocar del semen". Hasta los médicos de la selección dicen que es un buen día para hacer el amor. Es una jornada para pasear, comprar, tomarse alguna copa y dormir a pierna suelta en un hotel que no sea el del equipo. Hay permiso para todo.Los que han recibido la visita de los padres optan por seguir la ruta turística. Valentí ha llegado a Chicago para visitar a su hijo, Pep Guardiola. "Estamos en manos de esta gente". Valentí no ha necesitado ni un par de días para darse cuenta de que los "americanos tocan y los demás bailainos". La sabiduría popular, esa que se transmite de padres a hijos, le permite interpretar la vida, ahora que ya no necesita trabajar 14 horas diarias ni recorrer 15 kilómetros en bicicleta. "Mire, joven, es cuestión de detalles", relata. "Puntualidad, competitividad... ".

Un periodista interrumpe la charla para contar que un chófer estuvo a punto de ser despedido de su empresa por no solucionar una avería en el aire acondicionado y permitir que los viajeros se asaran media hora en su asiento. "¡Lo ve, joven!", retoma el hilo Valentí. "En España los sindicatos ya habrían montado el número".Retrata todo lo que se mueve y lo que está parado. "Jamás pensé que podría llegar a construirse una torre de 110 pisos", confiesa. Asomado a la ventana del edificio de oficinas más alto del mundo, las Sears Towers, Valentí se siente dichoso por haber viajado a Chicago. "Mi hijo no me dijo nada", descubre. "Me tuve que enterar por la prensa que la federación pagaba un viaje a un acompañante por jugador". "¡Ojo", matiza, como buen administrador catalán que es, "la comida, el teléfono... todo esto me lo pago de mi bolsillo". Y el hijo, Guardiola, replica en voz baja: "He tenido que llamar yo a mi madre para decirle que el padre ha llegado bien. No se gasta un duro".

Valentí, parido y curtido haciendo remiendos como albañil en un pueblo de la Cataluña profunda, decidió asomarse al mundo desde que su hijo triunfó en el fútbol. Los puntos de referencia son iguales para todos, porque un día no da para conocer Chicago: Las Sears Towers, el lago Michigan, la tienda de Nike, el restaurante de Michael Jordan y, cómo no, un local de blues. "Los buenos músicos son los que tocan sin partitura porque ya han agotado todos los solfeos", advierte Valentí.

Los aitas de Guerrero andan preocupados. La mirada de Julen delata que está triste. Quiere jugar ahora que el equipo juega más que cuando jugaba él. ¿Preguntad a Clemente?, piden. Juanjo Baños, del Deia, se atreve: ¿Volverá a jugar Julen?. Y el seleccionador replica: "Sí, creo que sí".

Javier Clemente aguarda para el día 25 a su mujer y a sus cuatro hijos. Él, mientras, sigue al pie del cañón.

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