La comida que no tuvo lugar

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Marca la tradición bancaria, desde los tiempos en que José María Aguirre Gonzalo presidía Banesto allá por los setenta, que el presidente de la primera entidad se encarga de invitar periódicamente -en sus buenos tiempos llegó a ser una vez al mes- a sus homólogos de los otros grandes bancos a una comida de confraternización. El fenómeno llegó a ser una liturgia en la que se enfatifaba hasta el menú.El tiempo ha restado importancia a esa lujosa comida y ya sólo se hacían para despedidas (la del ex gobernador Mariano Rubio fue una de las últimas). La nueva realidad del sector, sin embargo, fue la disculpa para que se plantease un encuentro de este tipo, que sirviese además para quitar hierro al enfrentamiento entre los dos Emilios (Ybarra y Botín) tras la azarosa subasta de Banesto y la marcha de directivos del BBV a Banesto.

Tendría que ser Botín, por supuesto, el encargado de invitar, como primer banquero del país. Pero el financiero cántabro suprimió de la lista a los hermanos Valls al considerar que el Banco Popular no es un gran banco por su tamaño. Lo ha subrayado en reiteradas ocasiones. La decisión de Botín no gustó a Emilio Ybarra, que sugirió a su tocayo que reconsiderase su postura. De lo contrario, él no acudiría. También medió, sin éxito, el presidente de la patronal bancaria, José Luis Leal. Así las cosas, las famosas comidas bancarias llevan camino de desaparecer. Además, a Botín nunca le han gustado.

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