18 hoyos para Javi

El seleccionador nacional se relaja jugando al golf

Domingo, siete y media de la mañana. Javier Clemente llega a la sala de desayunos. Trae ojos de sueño y la voz ronca. Le cuesta adaptarse al horario norteamericano. Apenas ha dormido cinco horas. Sus jugadores duermen, los periodistas también, pero los fanáticos del golf están despiertos.Una horda de pequeños coches eléctricos circulan como avispas por el campo de golf adyacente al hotel donde reside la selección. Clemente también ha sentido la llamada de la sangre. Jugará su primer partido de golf en América.

En el comedor le espera el director del hotel, míster Brennan. Estaban ci...

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Domingo, siete y media de la mañana. Javier Clemente llega a la sala de desayunos. Trae ojos de sueño y la voz ronca. Le cuesta adaptarse al horario norteamericano. Apenas ha dormido cinco horas. Sus jugadores duermen, los periodistas también, pero los fanáticos del golf están despiertos.Una horda de pequeños coches eléctricos circulan como avispas por el campo de golf adyacente al hotel donde reside la selección. Clemente también ha sentido la llamada de la sangre. Jugará su primer partido de golf en América.

En el comedor le espera el director del hotel, míster Brennan. Estaban citados desde el día anterior para jugar los 18 hoyos de uno de los dos campos con que cuenta el hotel. Clemente comenzó a alimentar su pasión por el golf hace ocho años, después de su traumático despido del Athletic. Alguien se lo recomendó como distracción. "No tenía ni idea de este juego. Me resultaba tan extraño como el béisbol ahora. Así que es posible que me guste el béisbol algún día", explica el seleccionador.

La fiebre le prendió enseguida. Cuando llamas a su casa lo normal es escuchar: "Llegará sobre las seis de la tarde. Ha salido esta mañana a jugar al golf'. A veces cruza la frontera y prueba en los campos del sur de Francia. Se diría que es tan adicto al golf como al fútbol. Así que ahora se siente en el paraíso. Para un extraño, América parece un campo de golf salpicado por algunas ciudades. Míster Brennan también se siente encantado de contar con Clemente como compañero. "¿Le ha llamado José María para pedir entradas?", le pregunta el director. El nombre de José María provoca cierta ambigüedad. "Ah, sí, Olazábal", acierta finalmente el seleccionador. "No, no puede venir", continúa Clemente. Al parecer, el técnico español y el ganador del Masters mantienen una excelente relación.

Míster Brennan se interesa por el equipaje de Clemente. "¿Necesita guantes?". "No ", contesta Clemente. Ha traído un juego desde España. "¿Y zapatos de clavos? "Tampoco", responde. Jugará con playeras. Sus ojos comienzan a despejarse y su voz se aclara. La mañana es brillante. Le esperan sus 18 primeros hoyos en América.

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