Una vecina muy rara

No se relacionaban con los vecinos. No saludaban al cruzarse con ellos en el portal y ni siquiera tomaban el ascensor para no tener que hablar del tiempo. Es decir, se comportaban como suelen hacerlo los terroristas cuando viven en pisos francos. "Era una pareja muy extraña", describía ayer Conchita, una vecina del número 406-408 de la calle de Padilla de Barcelona. Nadie en mejor posición que ella para opinar. Frente a su galería, donde el ama de casa pasa largas horas, está el fregadero del piso en el que vivía desde el pasado junio una pareja que hasta ayer Conchita creyó huraña y que ...

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No se relacionaban con los vecinos. No saludaban al cruzarse con ellos en el portal y ni siquiera tomaban el ascensor para no tener que hablar del tiempo. Es decir, se comportaban como suelen hacerlo los terroristas cuando viven en pisos francos. "Era una pareja muy extraña", describía ayer Conchita, una vecina del número 406-408 de la calle de Padilla de Barcelona. Nadie en mejor posición que ella para opinar. Frente a su galería, donde el ama de casa pasa largas horas, está el fregadero del piso en el que vivía desde el pasado junio una pareja que hasta ayer Conchita creyó huraña y que ahora sabe miembros del comando Barcelona de ETA.

La vecina está convencida de que la mujer del primero-primera es Rosario Ezquerra. La reconoce por la fotografía de EL PMS. "Es ella, seguro, pero ahora lleva el pelo mucho más largo y canoso". Acerca del hombre, tiene dudas. "Sólo sé que llevaba un bigote negro... puede ser cualquiera de los dos [Felipe San Epifanio o Gregorio Vicario Setién]", acierta a decir.

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Conchita recuerda a la terrorista lavando ropa en el fregadero escondiéndose para no mostrar el rostro. "Hacía la colada de una manera muy rara, medio de espaldas". El hombre, prosigue la vecina, pasaba mucho tiempo fuera y cuando regresaba siempre traía montones de ropa sucia. "Durante varios días seguidos había prendas tendidas". Ayer, también había ropa colgada en el tendedero de los etarras, señal inequívoca de que su huida se produjo de manera precipitada.

Casi enfrente del edificio en el que se alojaba la pareja de terroristas una construcción de principios de los años sesenta con 36 apartamentos-, en el número 475 de la calle de Aragó, esquina con la de Padilla, está el otro piso franco. En éste -situado en una casa antigua y en mal estado- residía una mujer sola, afirma una vecina, que no se atreve a identificarla con Dolores López, Lola. "No sé, no sé", dice ante la fotografía de la etarra, "se dejaba ver poco". Esta vecina explica que la dueña del piso de la terrorista comunicó la pasada semana a la comunidad que su inquilina dejaría ayer el apartamento para que pudieran hacerse en él unas obras imprescindibles.

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