Cartas al director

Las multinacionales

Desde hace unos años, como ya explicó el profesor Duverger en las páginas de EL PAÍS en su día, la mundialización de la economía hace que algunas multinacionales desmonten sus fábricas en los países occidentales, los países con más alto nivel adquisitivo del mundo (y, por consiguiente, con un mayor coste laboral que los paraísos para empresarios).Este fenómeno, que no sólo se da en nuestro país, también en el resto de países occidentales, nos preocupa a los trabajadores europeos y españoles en concreto. A mí en concreto me preocupa por dos motivos. Económico. Este abandono de las...

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Desde hace unos años, como ya explicó el profesor Duverger en las páginas de EL PAÍS en su día, la mundialización de la economía hace que algunas multinacionales desmonten sus fábricas en los países occidentales, los países con más alto nivel adquisitivo del mundo (y, por consiguiente, con un mayor coste laboral que los paraísos para empresarios).Este fenómeno, que no sólo se da en nuestro país, también en el resto de países occidentales, nos preocupa a los trabajadores europeos y españoles en concreto. A mí en concreto me preocupa por dos motivos. Económico. Este abandono de las fábricas en el mundo industrializado para llevarlas a países donde los costes laborales son muy bajos produce paro en los países consumidores, por tanto, separación del proceso productivo de millones de personas que se sumarán a la lista de subsidiados occidentales. Esto trae conflictividad social, desequilibrios y pobreza. Político. Políticamente, la izquierda debe reaccionar ante esta práctica de explotación de seres humanos, que aunque estén lejos de nosotros, no por ello tienen menos derechos que nosotros. Debemos decir a la derecha de los señores Cuevas-Aznar que no queremos ganar lo que un coreano, pero, es más, lucharemos para que no exploten a ningún ser humano, allá donde se encuentre.

Ahora bien, las preguntas que nos hacemos en nuestras tertulias son: ¿qué podemos hacer? y ¿ante esta cuestión somos impotentes?

No somos impotentes ante esta práctica inhumana típica del capitalismo salvaje de explotar a hombres aprovechándose de su situación de necesidad. Sí podemos hacer algo, mejor dicho, mucho. Podemos no comprarles. A toda empresa que desmonte sus fábricas

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