Cartas al director

De fresa y chocolate

El pasado día 3 de marzo, a las cuatro de la tarde, la taquilla de la Filmoteca Nacional comenzó a despachar localidades para la sesión de las 19.30, en su sala 1. Se estrenaba, en único pase, la película cubana, recientemente galardonada en Berlín, De fresa y chocolate.

A las 16.35 se puso el cartel de agotadas las localidades", y la kilométrica fila que aguardaba se quedó con las ganas de saborear el goloso plato. La sala 1 tiene un aforo de trescientas y pico localidades. Teniendo en cuenta que la máquina que expende los billetes tarda al menos el doble de lo que se tarda manu...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El pasado día 3 de marzo, a las cuatro de la tarde, la taquilla de la Filmoteca Nacional comenzó a despachar localidades para la sesión de las 19.30, en su sala 1. Se estrenaba, en único pase, la película cubana, recientemente galardonada en Berlín, De fresa y chocolate.

A las 16.35 se puso el cartel de agotadas las localidades", y la kilométrica fila que aguardaba se quedó con las ganas de saborear el goloso plato. La sala 1 tiene un aforo de trescientas y pico localidades. Teniendo en cuenta que la máquina que expende los billetes tarda al menos el doble de lo que se tarda manualmente en despachar la entrada y de que cada persona podía llevarse hasta cuatro entradas, según me dijo la taquillera, calculo que en 35 minutos pudo venderse un 70% del aforo, tirando muy alto. ¿Quién se benefició del resto?La respuesta vino a dárnosla, en clave de humor, otra película del mismo director que se pasó ese mismo día, signifícativamente titulada Memoria del subdesarrollo. En ella, el protagonista hace una irónica y prolija reflexión de los favoritismos y compadreos en la Cuba de Castro que por su extensión no procede reproducir aquí, pero que celtibéricamente traducido podría resumirse en aquellas tres palabras (¿de Unamuno?): "País, paisaje, paisanaje".-

Archivado En