La 'guerra de Gila', en Alemania

Los gritos de "bum, bum" sustituyen a la munición en las maniobras por el recorte de presupuesto

El Ejército alemán no tiene ni para balas. Obligados por las restricciones presupuestarias a las que ha tenido que hacer frente el Ministerio de Defensa, encabezado por Volker Ruhe, los soldados han desarrollado en las maniobras una desconcertante arma que ha dejado de ser secreta para convertirse en un detalle vergonzante: a falta de munición, gritan "bum, bum" para simular los disparos.El efecto psicológico sobre la moral de las tropas es mucho peor que el de los misiles con cabeza nuclear instalados por EE UU en suelo alemán durante los peores días de la guerra fría. Este efecto es una mezc...

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El Ejército alemán no tiene ni para balas. Obligados por las restricciones presupuestarias a las que ha tenido que hacer frente el Ministerio de Defensa, encabezado por Volker Ruhe, los soldados han desarrollado en las maniobras una desconcertante arma que ha dejado de ser secreta para convertirse en un detalle vergonzante: a falta de munición, gritan "bum, bum" para simular los disparos.El efecto psicológico sobre la moral de las tropas es mucho peor que el de los misiles con cabeza nuclear instalados por EE UU en suelo alemán durante los peores días de la guerra fría. Este efecto es una mezcla de desesperación y tendencia al chiste.

Según ha reconocido el encargado del Bundestag para asuntos del Ejército, Alfred Biehle, los soldados alemanes disponen de medios que otros ejércitos ni siquiera han imaginado. Ante la carencia de munición para los ejercicios y maniobras, las prácticas de combate recurren a efectos especiales que hubieran sido la envidia de Hollywood en una sátira de las películas militares. Cuando un soldado dispara, debe decir al mismo tiempo "¡peng, peng!" si utiliza un arma ligera; cuando se trata de un carro de combate, la tripulación repite a coro: "¡Bum, bum!".

Biehle ha identificado también al nuevo enemigo del Ejército alemán. No son ya las tropas del desaparecido Pacto de Varsovia o un imaginario nuevo ejército nacido de la explosión de los nacionalismos. El nuevo enemigo son los números rojos en los libros de cuentas.

El encargado del Bundestag para el Ejército ha realizado una investigación exhaustiva durante un año y ha llegado a la conclusión de que la Bundeswehr está en bancarrota y la moral de la tropa por los suelos. En alguna de las maniobras que Biehle pudo presenciar, los carros de combate tuvieron que ser abandonados sobre el terreno para poder continuar con los ejercicios. "No había aceite y faltaban tornillos", aseguró el comisionado del Bundestag. "Los helicópteros no pueden ni siquiera despegar".

Según el informe, los instructores deben llevar al trabajo su propio lápiz y papel, porque el Ejército no puede costearlo, y los reclutas excesivamente altos hacen la mili de civil, porque el presupuesto no permite la compra de tallas especiales.

Gila, el humorista español no figura entre las fuentes de documentación citadas por el encargado del Bundestag para este informe sobre el Ejército alemán, que en 1993 se ha visto obligado a ahorrar 863 millones de marcos (casi 70.000 millones de pesetas). Los hechos, asegura Alfred Biehle, son reales como la vida misma, aunque el resultado es de chiste.

"Tras unas maniobras en un día de calor [para lo que se entiende por calor en Alemania], los soldados volvieron a su acuartelamiento a pie con un peso de 21 kilos en la mochila. Una parte de la columna tuvo que rodear a sus compañeros a la carrera. El resultado: la cuarta parte de los soldados sufrió una crisis del sistema circulatorio y siete tuvieron que ser internados en un hospital". Ése es el estado del Ejército alemán, según Alfred Biehle, y no es un problema de falta de alimentación, sino de falta de motivación.

Y para colmo, según el encargado del Parlamento, también se da en Alemania el problema de los objetores, cuyo número se incrementó en el 30% en 1993.

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