De la nostalgia a la vanguardia

Padres e hijos del rock bailaron juntos, pero no revueltos

Los noctámbulos madrileños tuvieron que elegir en la madrugada del viernes entre el pasado y el presente. Había dos opciones: los nostálgicos de los Stones acudieron a El Sol; los amantes de la vanguardia se dieron cita en Revólver. Álvaro Urquijo, Ariel Roth y dos componentes de Mermelada emularon por una noche a lWck Jagger. Corcovado y la escuadra Triquinoise pusieron aire fresco.

Al homenaje a los Rolling Stones acudieron más hijos y nietos que coetáneos de Jagger y Richards. Entre tanta patilla y cuero negro destacaba la bufanda del escritor Manuel Vicent. "He venido a revisar el c...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Los noctámbulos madrileños tuvieron que elegir en la madrugada del viernes entre el pasado y el presente. Había dos opciones: los nostálgicos de los Stones acudieron a El Sol; los amantes de la vanguardia se dieron cita en Revólver. Álvaro Urquijo, Ariel Roth y dos componentes de Mermelada emularon por una noche a lWck Jagger. Corcovado y la escuadra Triquinoise pusieron aire fresco.

Al homenaje a los Rolling Stones acudieron más hijos y nietos que coetáneos de Jagger y Richards. Entre tanta patilla y cuero negro destacaba la bufanda del escritor Manuel Vicent. "He venido a revisar el contador del gas", decía el autor de La balada de Caín. Cuando sonaban los acordes de It 's only rock and roll en versión de la Sticky Fingers Band, tercer tema de la noche, el escritor abandonaba una fiesta que calificó de, "campestre".Antón Reixa, con abrigo y sombrero a lo Bogart, se paseó por la sala mientras las chicas se arremolinaban en torno a Jesús Cifuentes, cantante de Celtas Cortos. "Es como Lenin, pero en tío bueno", comentaba una de ellas a su amiga. Álvaro Urquijo fue el primer invitado de la noche de los Sticky Fingers Band y dio un repaso a los temas más acústicos de los Stones. Tras él llegó Ariel Roth, guitarrista de Los Rodríguez. Emulando a sus ídolos, rompió una cuerda en medio del primer solo de guitarra, pero solventó el entuerto con oficio y elegancia. "Sólo hemos ensayado un día y todo ha sido improvisado", dijo Álvaro Urquijo.

Escudería artística

Corcovado, Patrullero Mancuso, Adi Konstantinosky y Malcolm Scarpa fueron los oficiantes de la fiesta donde el sello independiente Triquinoise presentaba parte de su escudería artística.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Sin los apretujones acostumbrados, ya que la asistencia de público no respondió a la expectación levantada por ver cómo se va consolidando el resurgir de las independientes, la fiesta fue un paseo por una interesante variedad musical.

Precedido por unos boleros de Olga Guillot, que sonaban extraños en los altavoces de Revólver, salió a escena Corcovado, de riguroso negro, botín charol, copazo de anís y pitillo en mano, para desgarrarse con un surtido repertorio de boleros clásicos que, revisados por él, suenan de otra forma. El crescendo final de la actuación, metido Corcovado en el Bolero de Ravel como guitarrista eléctrico, descamisado y con los tatuajes al descubierto, puso muy alto el listón para los artistas que actuaron después.

Patrullero Mancuso, a pesar de su bisoñez, consiguió que los presentes dieran botes gracias a la enorme -trepidación con que abordan sus canciones de dos minutos. Adi Konstantinosky actuó a continuación. La originalidad la puso Kun, el teclista rapeador que deambulaba y bailaba por el escenario subido a unos patines sin perder el equilibrio. Durante unos minutos, los músicos se intercambiaron entre sí los instrumentos.

Cerró la fiesta Malcolm Scarpa, el madrileño que de chavalín recorría con la tómbola de sus padres los pueblos de Asturias. Las canciones naïf de este antiguo feriante, empezando por un vals, pusieron la nota más intimista de la noche.

Archivado En