Yeltsin intenta retrasar la liberación de sus enemigos amnistiados

Borís Yeltsin trataba ayer de ganar tiempo y retrasar la puesta en libertad de sus principales enemigos políticos buscando la manera de Minimizar o neutralizar las consecuencias de la anmistía aprobada el miércoles por la Duma (Cámara baja) del Parlamento. El propio presidente ruso, en velada alusión a la amnistía, dijo ayer que la reconciliación no significa perdonarlo todo y que la misericordia sólo es tal "cuando no va contra la ley y la moral". Las últimas declaraciones del portavoz presidencial apuntan a que Yeltsin aceptará la anmistía, pese a que algunos reformistas, como Yegor Gaidar, ...

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Borís Yeltsin trataba ayer de ganar tiempo y retrasar la puesta en libertad de sus principales enemigos políticos buscando la manera de Minimizar o neutralizar las consecuencias de la anmistía aprobada el miércoles por la Duma (Cámara baja) del Parlamento. El propio presidente ruso, en velada alusión a la amnistía, dijo ayer que la reconciliación no significa perdonarlo todo y que la misericordia sólo es tal "cuando no va contra la ley y la moral". Las últimas declaraciones del portavoz presidencial apuntan a que Yeltsin aceptará la anmistía, pese a que algunos reformistas, como Yegor Gaidar, creen que puede conducir a la guerra civil.

Los métodos que se barajaban en los círculos presidencialistas para encarar el problema que supone la amnistía política a los golpistas de 1991 y a los líderes de la oposición que el año pasado desafiaron el poder de Yeltsin giran en torno a tres ideas:1. La decisión de la Duma es ilegal, pues en realidad no ha aprobado una amnistía, sino un indulto, cosa que no está entre sus competencias.

2. La decisión es legal pero, como no está claro el mecanismo de su realización, hay que dilatarla lo más posible.

3. Apelar al orgullo de los políticos beneficiados por la amnistía y confiar en que ellos no la aceptarán, pues de hacerlo, significaría que se reconocen culpables.

Es precisamente con esta última idea con la que está jugando el fiscal general, Alexéi Kazánnik, como se infiere de sus declaraciones. Kazánnik dijo que en cuanto la fiscalía general reciba el texto oficial de la resolución de la Duma sobre la amnistía política, ecónomica y parcialmente criminal, todos los acusados -incluidos los procesados por el intento de golpe de Estado de 1991 y de los desórdenes de mayo, septiembre y octubre de 1993- serán informados de la decisión de la Cámara baja. Después de ello, en presencia de sus abogados, ellos deberán firmar si están de acuerdo o no con la resolución de la Duma. `Si lo están, ordenaremos el cese del proceso en contra de cada persona concreta, mientras que si no lo están, la investigación seguirá su curso ordinario", señaló Kazánnik.

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Que los acusados decidan

Con este método se les plantea a los acusados el problema de reconocerse o no culpables, es decir, se les pone frente a un dilema similar a aquel en que se situaba a los disidentes en la época soviética, si éstos querían verse en libertad. Y los golpistas soviéticos así lo han interpretado.

"Ni yo ni mis camaradas cometimos ningún delito en agosto de 1991. Nosotros defendimos- la Constitución de la Unión Soviética, tratamos de salvar al país de la desintegración y la muerte. Se amnistía a los delincuentes, y nosotros no lo somos", declaró ayer Vasili Staradúbtsev, uno de los miembros del Comité Estatal de Emergencia que en verano de 1991 tomó el poder en la URSS por tres días. Los 12 golpistas soviéticos inculpados decidirán conjuntamente si se acogen o no a la amnistía.

Pero no es el perdón de estos golpistas -que ya se encuentran en libertad- la que preocupa al entorno presidencial, sino el de los principales enemigos políticos de Yeltsin, que después del bombardeo del Parlamento en octubre de 1993 se encuentran en la cárcel de Lefórtovo. Por eso quienes piensan que es un grave error permitir que líderes como Alexandr Rutskói, Ruslán Jasbulátov, Iliá Konstantínov o Víctor Aripílov abandonen la prisión aconsejan a Yeltsin. cuestionar la legalidad de la decisión de la Duma.

Así, Yuri Baturin, asesor deYeltsin para la Seguridad Nacional, piensa que la Duma, al re emplazar el concepto de indulto por el de amnistía "sobrepasó sus facultades, ya que, según la Constitución, el indulto es prerrogativa del presidente". Por eso, el fiscal general podría presentar una protesta formal ante la Duma, opina Baturin. Esta opinión es compartida por algunos jueces del Tribunal Constitucional.

Viacheslav Kóstikov, el portavoz de Yeltsin que el jueves reaccionó con indignación ante la resolución de la Duma, confirmó ayer su actitud negativa ante la amnistía política aprobada, pero dio a entender que el presidente no trataría de anularla. Borís Yeltsin "reaccionará con tranquilidad, sin emociones, dará una evaluación moral a este suceso", declaró Kóstikov ayer.

Gueorgui Satárov, uno de los más influyentes asesores de Yeltsin actualmente, dijo a EL PAÍS que no cree que la amnistía pueda provocar "conflictos sociales muy grandes". "Es más incómoda para la misma Duma, que para el presidente", señaló.

El lado positivo que la amnistía posee para Yeltsin lo resumió el diputado Víctor Sheinis: primero, desaparece el aura de mártires que tenían los líderes encarcelados y, segundo, aumenta la posibilidad de una victoria de las fuerzas reformistas en los próximos comicios presidenciales ya que Rustskói y el ultranacionalista Vladímir Zhirinovski tienen un mismo electorado y, por lo tanto, se dividirán los votos.

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