GENTE

Un jienense recorre 110.000 kilómetros a pie para cumplir una promesa

Miguel Torres Beteta no se deja impresionar fácilmente: "El Papa, muy simpático. Mitterrand, majo también. Isaac Rabin me besó. Turgut Ozal me dio de comer y me alojó en su casa. Sólo me falta el Rey de aquí".El que así habla, pese a presenciar la guerra del Golfo junto a las cámaras de la CNN y ser testigo de las atrocidades del cerco a Sarajevo a dos pasos del Ejército serbio, no es un estadista ni un reportero de los intrépidos: "Me enteré de que había una guerra cuando oí silbar los cohetes a mi lado". Sus memorias a buen seguro que no ocuparán una doble página en ...

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Miguel Torres Beteta no se deja impresionar fácilmente: "El Papa, muy simpático. Mitterrand, majo también. Isaac Rabin me besó. Turgut Ozal me dio de comer y me alojó en su casa. Sólo me falta el Rey de aquí".El que así habla, pese a presenciar la guerra del Golfo junto a las cámaras de la CNN y ser testigo de las atrocidades del cerco a Sarajevo a dos pasos del Ejército serbio, no es un estadista ni un reportero de los intrépidos: "Me enteré de que había una guerra cuando oí silbar los cohetes a mi lado". Sus memorias a buen seguro que no ocuparán una doble página en los diarios más leídos: "Sinceramente, me acuerdo de muy poco. Son tantos países. ¡Como para escribir un libro!".

Él es un jienense de 45 años empeñado en dar cinco vueltas a Europa a pie. En Valencia, camino de Mancha Real, su pueblo, Miguel se dispone a terminar su cuarto giro y presenta sus avales en su particular y pormenorizado parte de bajas: 31 kilos de peso perdidos (de 81 a 51), 130 pares de zapatillas gastadas, 22 mochilas, 20 picaduras de serpiente y 110.000 kilómetros recorridos, paso a paso, desde que el 15 de septiembre de 1988 empezara a caminar.

En agosto de 1986 se cayó mientras trabajaba de un andamio situado en un octavo piso. Tras un mes en coma, cuando se recuperó, decidió hacer una promesa para agradecer lo que no duda en calificar como un milagro.-

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