Cartas al director

La duquesa de Kent

Prima política de Isabel II, hija única del coronel sir William Arthington, cuarto barón de Worsley, homónimo del cardenal católico consejero de Enrique VIII, es ya la primera dama de la familia real inglesa que, a sus más de sesenta años, queda oficialmente catalogada en la comunión católica a partir del 14 de enero de 1994, llevando 32 años casada con su alteza real el duque de Kent, príncipe Eduardo Jorge Nicolás Patricio, cuñado de la reina y principal representante de la masonería de su país.Aunque el protocolo de la Casa Real vincula el derecho a la Corona con la fe anglicana desd...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Prima política de Isabel II, hija única del coronel sir William Arthington, cuarto barón de Worsley, homónimo del cardenal católico consejero de Enrique VIII, es ya la primera dama de la familia real inglesa que, a sus más de sesenta años, queda oficialmente catalogada en la comunión católica a partir del 14 de enero de 1994, llevando 32 años casada con su alteza real el duque de Kent, príncipe Eduardo Jorge Nicolás Patricio, cuñado de la reina y principal representante de la masonería de su país.Aunque el protocolo de la Casa Real vincula el derecho a la Corona con la fe anglicana desde la ruptura secular con Roma en la ley de supremacía que daba al monarca autoridad absoluta en lo divino y en lo humano, está claro que los tiempos han cambiado y este cisma familiar no afectaría al duque en la línea sucesoria. Pero lo que sí queda patente, en el paso dado por Katherine Worsley, es la posibilidad de armonizar los credos y rivalidades, no sólo a nivel

Pasa a la página siguiente Viene de la página anterior

íntimo y familiar, sino en el campo étnico y nacional.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Viendo la tolerancia de la máxima gobernadora y defensora de la ley", los gobernantes y responsables políticos de los países o nacionalidades hoy destrozados y arruinados por las guerras fratricidas y la intolerancia confesional o genética deberían reflexionar y pensar seriamente si merece la pena seguir matándose como fieras salvajes, sembrando el caos, aniquilando el acervo cultural de su propio pueblo, condenando a la miseria a su misma prole. Todo esto, ¿por qué? ¡Basta ya de odios irracionales! La primera comunión de esta mujer es todo un alegato en pro de la reconciliación de los pueblos servocroatas y credos norteirlandeses, y también un vivo ejemplo a seguir por sus Iglesias y pastores.- Francisco Aguilar Montero.

Archivado En