Cuando el Nilo inunda el PSOE

Joaquín Leguina explica qué es la renovación en un ensayo político

El desbordamiento del Nilo era lo que pemitía a los antiguos egipcios recolectar una buena cosecha. Por eso, nada tiene de trágico que los ríos se hayan desbordado e inundado ese vasto territorio denominado Estado de Bienestar: esa emergencia estimulará la reflexión, y abonará la renovación. Con esa visión de la crisis económica y política, Joaquín Leguina, presidente de la Comunidad de Madrid, ha escrito un ensayo en el que muestra los resortes del sectarismo. en el PSOE, critica la hipocresía de vituperar al Estado y ordeñar su dinero, y plantea reformas que salven prestaciones y servicios p...

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El desbordamiento del Nilo era lo que pemitía a los antiguos egipcios recolectar una buena cosecha. Por eso, nada tiene de trágico que los ríos se hayan desbordado e inundado ese vasto territorio denominado Estado de Bienestar: esa emergencia estimulará la reflexión, y abonará la renovación. Con esa visión de la crisis económica y política, Joaquín Leguina, presidente de la Comunidad de Madrid, ha escrito un ensayo en el que muestra los resortes del sectarismo. en el PSOE, critica la hipocresía de vituperar al Estado y ordeñar su dinero, y plantea reformas que salven prestaciones y servicios públicos.Comenzó a escribirlo a finales del verano pasado, ante la pregunta, intencionada y razonable, de algunos de sus propios compañeros de partido: ¿Qué es eso de la renovación? La respuesta la ha titulado Los rios desbordados y aparecerá en los próximos días publicada por Plaza y Janés.Las primeras páginas son una radiografía de huesos y músculos, propios de un cuerpo entumecido. La corrupción en las finanzas -Leguina se cuida de no mentar al PSOE, le basta citar al Partido Socialista Italiano- mina la legitimidad de los partidos, mientras los intermediarios engrosan su patrimonio y los aparatos sufragan actuaciones inconfesables. El liderazgo fuerte ha garantizado estabilidad pero ha generado poderes "vicarios" y clientelas.

El discurso del PSOE ha quedado constreñido, lamenta Leguina, en un Libro de estilo, no escrito pero patente, que impide la autocrítica, porque afectaría a la gestión de gobierno; que evita especificar errores, cuando se reconoce alguno, y que caricaturiza a la derecha. El problema radica a su juicio en que el aparato ha intentado imponer, ante la deriva autonómica, una deriva napoleónica. Entre las prioridades del aparato acaban por prevalecer su propia permanencia y la concentración de poder en sus manos. Un poder que, para ser más imponente, requiere una cierta exhibición, por la que se deslizan la arbitrariedad y el sectarismo, y se acaba despeñando la democracia.

Para ilustrar la arbitrariedad, "hermana siamesa del sectarismo", Leguina relata una anécdota anónima. "En el futuro deberíais establecer una raya para que sepamos en qué asuntos tenemos libertad de maniobra y en cuáles debemos atenernos a vuestro criterio", dice B. "Tendrás que entender, querido B, que la raya se mueve", replicó A. Aunque Leguina lo omite, el diálogo es real; se produjo en 1983 y A es Alfonso Guerra y B es José Rodríguez de la Borbolla, a la sazón secretario general del PSOE de Andalucía. Leguina asegura que el sectarismo en el PSOE no se define por posiciones ideológicas, sino de poder. Por el reparto de poder, más exactamente. "El poder es a la secta lo que el alimento a los seres vivos. Una repentina y significativa pérdida de poder representarían su fin", apunta sibilinamente.Luego, mueve otras aguas empantanadas: "Un individuo rompe a bastonazos un buen número de farolas. Un juez deniega la extradición a Estados Unidos de un capo de la cocaína, lo envía a Colombia y allí queda en libertad para seguir matando. No hay responsabilidades. Todo es de balde".

Incluso quienes son servidores del Estado -ingenieros, medicos del Insalud, jueces- no se sienten Estado, sino sociedad. El Estado, describe Leguina con lamento, aparece como un ente plagado de ineficaces y sospechosos, mientras la sociedad civil está compuesta por personas benéficas e ilustradas. Pero cuando alguien tiene un accidente busca la forma de cobrar una indemnización pública.

"Nadie protesta contra ése y otros tirones con los que se pretende sustraemos el bolso", se queja. Y reclama una rebelión intelectual contra la universalización del eslogan comercial "el cliente siempre tiene la razón", que alimenta la autocomplacencia y descarga todas las culpas en un único responsable: el Gobierno.

Su alegato contra el enriquecimiento a la sombra del poder, que precede a otro alegato contra los fraudes fiscales y los abusos en las prestaciones sociales, termina con un, epílogo irónico: "Cogidos con las manos en la masa, han adoptado la actitud de quien, sorprendido por su cónyuge en la cama con otra persona, mantiene el tipo y dice: 'No es lo que parece, déjame explicarte".

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